Sunday, December 31, 2006

Las reglas de la bombachita rosa (también aplicable a las navidades)

Costumbre de consumir doce pasas (preferentemente de uva) exactamente a las doce. Cuando suenen las campanadas. Y si faltan campanadas preparar previamente a un tío o sobrino con aptitudes musicales para que imite el sonido faltante.
Si bien se sabe de ciertas tribus que conservan la misma consumbre con nueces, la operación resulta más complicada. En esa tribu también se sostenía que debía pedirse un deseo por cada nuez y saltar con un solo pie mientras tanto.

No levantar el mantel hasta el día siguiente, y de ser posible no levantarlo tampoco ese día. Será mejor tirar el mantel y todo lo que haya quedado encima.

Brindar de pie, y nunca con agua. Si el padrino alcohólico en recuperación se niega, oblígueselo cuando menos a levantar la copa. Es necesario mirar a los ojos cuando se brinda, aún cuando se trate de una reunión numerosa. Si bien el rito puede demorar un buen rato, no debe descuidarse la ingesta de pasas de uva. Se recomienda que se realicen ambas operaciones al mismo tiempo, o bien coordinar la reunión en dos grupos previamente organizados que se dividan las importantes tareas.

No será necesario comprar pirotecnia, siempre el vecino tendrá suficiente para que la mera visita al balcón colme los corazones ansiosos de pólvora.

El helado cerca del ventilador no es una buena idea. Si bien ambos son necesarios debe realizarse una opción. Se recomienda considerar este momento de optar como símbolo de las opciones a considerar en el año advenidero.

Las damas se encontrarán estrenando ropa interior rosada, no será requerida una prueba fehaciente del cumplimiento de dicha norma ya que se confía en la buena voluntad de las festejantes.

El corcho de la sidra debe golpear el techo y luego alguna cabeza (evitando siempre los ojos, como con tanta otra cosa), luego de lo cual se dirá "alegría, alegría, te casás". El implicado deberá al menos simular alegría.

Reglas básicas para llamados telefónicos de Felicitaciones:

Uilizar oraciones unimembre del estilo: Felicidades, Feliz Año, Los mejores deseos, etc.

No profundizar en ninguna conversación, recuérdese que las líneas estarán ocupadas y más de uno querrá hablar con esa persona con la que ud. se encuentra hablando. Por sobre todo recuérdese que a dichas personas las vio ayer y las verá mañana.

Si la conversación amenaza con profundizar aléguese un "hay mucho ruido acá, no te puedo escuchar nada". Reitere alguna oración unimembre de las anteriores y cuelgue o pase el teléfono a algún otro desdichado familiar.


Si puede seguir al pie de la letra estas simples pautas y terminar la jornada de buen humor y con ánimos de seguir viviendo, seguramente se halle preparado para un año más. ¡Felicidades! Que tenga un próspero año.

pAPÁ NOEL

Saturday, December 30, 2006

Sonia y sus condiciones

Cambiarán las condiciones de mercado, pero Sonia se perpetúa en sus actividades rutinarias.
Esperar se convirtió en su estilo de vida. Una vida placentera, pensará Miguelito, pero bien sabe Sonia que no se trata de eso.
Bruno la mira, cómo la mira Bruno.
Bruno piensa que tal vez, cuando pase el tiempo, cuando, como dijo ella, se caiga de la mesa, rebalse la bañera y no espere el colectivo...
Sonia sabe mejor que Bruno que esto de esperar ya es puro disfraz. Que la que se fue hace un rato fue ella misma, que no volverá. Y esperar, esperarse, es algo así como negar la ausencia de sí misma, la ocupación del espacio propio por esa otra presencia ajena, desconocida, que repetirá gestos, que esbozará sonrisas, pero que no es, no es.

Sonia prende el televisor, para matar el tiempo. Pone un canal vacío, como ella, para matarlo con violencia. La imagen amarilla obstruye sus ojos, esos ojos cansados que desearía sacarse, dejarlos en la mesa de luz. Si tan solo los ojos fueran como la dentadura. Si tan solo supiera que en un par de años tendrá ojos postizos, que se sacan y se ponen, si pudiera asegurarlo. Eso esperaría.

Thursday, December 28, 2006

Las uñas en el sillón.
Quise destruir el tiempo.
Hoy no soy más que esto.

Tuesday, December 26, 2006

Proclamación (sobre el agua)

El pasado se abalanza sobre uno,
te cubre con su sombra.
Es el antes sobre tus hombros
-------------------------------- ese halo de misterio.


Por eso cuando despiertes
y tus ojos continúen así de húmedos
hazle saber a nadie
que estás presente.

Será la mala hora
la hora de la siesta
las deshoras sin tiempo
------------------------------ esa mano que te aprieta el cuello.

Por eso cuando despiertes
y tus manos conitúen así de tiesas
hazle saber a nadie
que estás ausente.

Hoy,
ese espacio inasible
ese cinturón de espinas
------------------------------ tanto dolor es un instante.

Por eso cuando despiertes
y tu cuerpo frío,
y tu boca muda,
y las palabras de otros flotando, flotando...
será mejor volver al sueño.

Sunday, December 24, 2006

La sangre del cáliz

Bebe una o dos copas de vino tinto. Las sorbe lentamente ritualizando el triste acto. El espíritu de somelier la lleva a mirarlo, hacer girar la copa. Bebe una tercera copa.

El agua del frío en su cuerpo, ¿dónde están las manos que deben quitarla?. Abrigarse con frazadas en diciembre no tiene sentido.

Bebe una cuarta copa y comienza a comprender. Aceptar lo de siempre. Será bueno poner algo de música, sufrir en silencio y ocultar el llanto. ¿Dónde están los pañuelos ahora?

Detener el tiempo y saberse así. Quizá hubiera sido mejor seguir corriendo. No pensar, no pensar, no pensar, quinta copa.

La sexta copa la beberá despacio, disfrutando el absurdo de la nueva ilusión. Tal vez sea esta la copa que la desmaye. Mira la copa e intuye que luego, que la botella vacía, que la cama desecha y con sombras, que la noche, la noche por sobre todo, por sobre ella.

Se servirá de todos modos una séptima copa, por el número bíblico, porque todo es un juego. Si hay que seguir las reglas para salir del laberinto ella se resignará a seguirlas.

La copa, esa séptima copa quedará allí, por lo menos hasta mañana, hasta que levante la mesa y sacuda las migas en el patio. Hasta que enjuague los platos y decida hacer de cuenta, como hasta ahora.

Sunday, December 17, 2006

Sonia y las alertas meteorológicas

Es un temporal, pensó Sonia esa noche. Y ella que disfruta de quedarse en esas frases ambiguas, ¿cómo si algo no lo fuera?, jugó con lo temporal.
Es como una caja de curitas, o un paty. El temporal que sirve de metáfora para mucha lluvia, viento, árboles voladores, quizá granizo pero que pasarán, pasarán y el charco quedará, se mantuvo aún con las nubes tardías de la mañana siguiente.

Sonia se quedó un rato en esa esquina. Después del primer chapuzón ya no hay más frío. En esto también pensó un rato, mientras se mojaba esperando al semáforo que no cambiaba y estaba bien, por alguna extraña razón estaba bien.
El temporal pasaría, y la lluvia de su piel con una ducha caliente se iría por las cañerías. Pero ahora esa lluvia, ese frío, ese choque de temperaturas entre su cuerpo y el agua. ¡Cuánto había necesitado esto!
Despertarse de golpe, sentirse viva. Y sufrir un poco, claro esta, ¿acaso no es eso estar viva?. Pensar, hilar los conceptos uno detras del otro, entender en el abanico de posibilidades que las elegidas, que las opciones si bien no fueron las correctas fueron las tomadas. ¿acaso hay alguna correcta?.
Sonia dibujó un mapa conceptual, unió con flechas, arriesgó nuevas hipótesis. El frío y la esquina y ese semáforo en verde.
Quedarse ahí y echar raíces. Y que nadie te vea Sonia. Sentirte así de viva y pensar, sin pensar del todo. Quizá porque en ese momento Sonia no pensaba en después, en la ducha, en la cama, en la posible pulmonía. Sí es cierto, sin querer pensaba un poco en ayer. Más bien lo presentía debajo de esa piel que con la temperatura se hacía más sensible no por las ganas de llorar que realmente ahora se le habían perdido por un rato sino por la transparencia.

La lluvia limpia Sonia, y podés correr descalza que no habrá vidrios. Y si los hay la sangre purifica y caminarás en lo sagrado y el dolor, el dolor Sonia te avisa, te grita tu existencia.
De pronto a Sonia en ese mapa conceptual se le ocurrió que todo esto sería un ritual de sanación, la última y ojalá que la última etapa del pasaje a otro estadio. Una última muerte para vivir del todo. Si acaso ella supiera cómo se hace esto fuera de la humedad.

Si lo pasado es precondición necesaria y suficiente para el presente e incentivo para el futuro, todo se resume en esa esquina, en ese semáforo en verde, en ese colectivo que se va y aunque quisieras dejarlo ir y seguir mojándote, algo de lucidez te dice que corras que no podés seguir ahí para siempre.

Y Sonia corrió, sin esforzarse demasiado. Después de todo esa esquina, esa lluvia, ese semáforo, ese colectivo urgente incluso, todo temporal. ¿Acaso algo no lo es?

Sonia se lavaría con agua la lluvia de su cuerpo, dormiría por momentos un sueño intranqulo de escaleras añejas y llenas de ruido. Sentiría en su estómago una extraña urgencia de algo que ahora, sin lluvia, sin esa lucidez temporal, no podría nombrar.

Saturday, December 09, 2006

Abandono express

Se va se va la barca, se va se va el vapor y el lunes por la mañana se va se va mi amor.

Pasos en un pasillo con baldosas en forma de rombos negros y blancos. Una oscuridad de siesta y calor húmedo.
Una muerte quizá, quizá la locura.

Golpes en la puerta, alguna palabra violenta.

Una foto en algún lado, una carta rota y pegada con cinta escocesa.

Recuerdos desordenados, algunos perdidos.

La posibilidad, la espera, el verano húmedo y caluroso, muchas siestas.

Atarse los cordones, tener un poco de asma, comprarse un corpiño que combine con la bombacha que se lleva puesta.

La casa en venta, la casa vendida. La plata en el banco o en ningún sitio.
Las inseguridades, los miedos, las siestas húmedas ya sin posibilidades ni certezas.

Las manos que transpiran no pueden abrazar.

Tuesday, December 05, 2006

Lecciones Folk II

Fin de año es una fecha apta para hacer balances, para revisar los talentos con los que uno se encuentra para cultivarlos como corresponde el año entrante.
Johnny tímido entró en el salón de actos atiborrado de padres y docentes agitadas. Se sentó entre la multitud del público donde le indicaron. Como le indicaron guardó las figuritas y cerró la boca.
Cuando Johnny vio aparecer a la Profesora dueña del micrófono supo que algo traía entre sus manos, lo intuyó desde las tripas, desde el recuerdo embrionario de algo que ocurrió y que no se debe nombrar.
Qué se levante el telón, que suenen las campanas, que el show comienza aquí para alegría de todos.
Estar en medio del público de algún modo a Johnny le resultaba relajante, aplaudir si se quiere, bostezar a escondidas, descansar, sobre todo eso. Pero esa sensación en las tripas, esa intuición, esa señora con micrófono... algo habría de ocurrir.

Los números se sucedieron unos a otro sin la menor alteración del ritmo programado. No fue hasta el final que el mundo se desdibujó entre el absurdo y la angustia.
Poco a poco los ventiladores resultaron insuficientes para tanta madre embarazada, para tanto brazo levantado que florecía en cámara digital. Y habrá sido a causa del calor, del embotamiento, que el último aplauso previo resultó casi gelatinoso.

Demás está decir que el anuncio del repertorio musical fue insuficiente, que la sensación en las tripas aumentaba a medida que el telón se descorría una vez más.
Era el gran final, el broche de oro. Y ese terror visceral poco a poco cobraba forma.
Primero se vieron los pies, las medias rojas sobre la alfombra del escenario. La pollera, la camisa, el rostro pálido y temeroso, el bonete rojo y el pompón blanco.
Solita con el micrófono, sonaba la música...
El jazz navideño, I wish U a Merry.... I wish U a Merry...

La niña movía los labios pero ningún sonido salía de su boca. El jazz continuaba y la señora del micrófono decidió cambiar el instrumento. Pero la voz de la niña seguía sin aparecer.
La gente en el público comenzó a dudar, a cuestionarse, Johnny entre ellos. Buscaron la voz de la niña navideña debajo de los asientos, en cada rincón. La señora del micrófono sólo repetía que no era un problema técnico.
La voz desaparecida no fue problema para las fotografías maternas, para los flashes.
La posteridad se encargaría de desmentir el silencio.

La niña continuó cantando en silencio hasta que terminó la pista y la señora del micrófono inició el fortísimo aplauso.
Johnny dudó por un instante pero enseguida comenzó a aplaudir.
Será mejor aplaudir, aplaudir lo más que se pueda. Será mejor hacer de cuenta que aquí no ha pasado nada. Aplaudir, apagar el ventilador, y volver al aula.