Monday, November 26, 2007

De tanta luna llena parecía que estaba a punto de amanecer. Toda la noche estuvo a punto de amanecer.
Hacía frío, un frío inentendible para este noviembre.
Sonia se sentó en un rincón, se abrazó a su abrigo azul. Y esperó... que amaneciera, cuando faltaba tanto aún.
Ahí la música, la gente. Más allá una única nube, pequeña, flotante. Se colgó de la nube, no había necesidad de moverse para ello.
Viajó un rato, mirando todo como desde lejos, desde arriba. No hay densidad, no hay peso.
Sonia bajó con la nube y bailó, desde su rincón.
Toda su piel bajo su abrigo azul crispada de carencia, antigua, tan antigua.

Bruno la miraba, siempre, como desde otra nube, como desde ese otro lugar en donde seguramente ya habría amanecido.
Pero acá no, estaba a punto, pero aún no.

Tuesday, November 20, 2007

Johnny y Dalí

"El litro ha de estar dividido por dentro", sugirió Johnny.
Su maestra le dio el espacio para explayarse.

"Y sí, digo yo, el litro, debe tener sesenta... algo. Pero sesenta"

Johnny habló del tiempo, no podía explicar el salto inductivo que lo llevó desde el reloj a las medidas de capacidad pero allí estaba, casi flotando.
Tic, tac, tic, tac.
Su maestra nunca entendería.
Él quiso decir, pero sólo dejó fluir ese tiempo, que él, quizá sólo él, sabía líquido.
"Dalí, Dalí, Dalí", pensó su erudita y hippie maestra. Pero ella también se hundió en el silencio líquido, de horas que goteaban, porque cómo explicar, cómo decir que sí, que Johnny tenía razón, que había descubierto el secreto.
Pero no era correcto, razón se tiene del lado cúbico de la racionalidad. Entonces Johnny no tenía razón.
Tampoco es posible decir que era incorrecto, porque la corrección es cosa gris y rugosa de la convención, y Dalí, Dalí, Dalí.

Tic, Tac. Las agujas seguían girando y la represa se abría de a poco con cada movimiento de esas agujas.

El litro tiene 60 algo. Las horas tienen algo irremediablemente húmedo. Sobre todo estas horas, que no se secan nunca.

A Dios gracias sonó el timbre, en la hora señalada. El almuerzo, con tomates, haría que todo se borre, como quien echa agua en un cuadro.

Friday, November 16, 2007

Coralina

Dejarme flotar
acariciando el borde
siempre el borde.

Hoy no voy a saltar
está demás decirlo.

Descenderé hasta la idea,
esa que siempre evito.
Acá atrás está la sensación.
No quiero interpretarla
no puedo interpretarla.

Prolongaré un poco el presente
haré que se esfume hacia ese otro tiempo.
Pretenderé que este borde que acaricio
que sé tan cortante
..................................concreto
...................................................hiriente
...................................................................son flecos.

Ella puso su mano derecha abierta sobre su rostro, tapando el respectivo ojo, apoyando la mejilla en el hueco de su palma. Dormir allí, morir allí.
Quiso deshacerse del peso que sobraba, cuando todo sobraba. Quiso ser de aire. Quiso irse.
Ella tanteó esa valija sin animarse a abrirla. Podía enumerar cada elemento que llevaba sin mirarlos. Podía describirlos, escribirlos. No podía sacarlos. Podía tocarlos, pero ¿para qué?

Pensarme, pensarme
como desde fuera.
Mirarme sin ternura
como casi siempre.
Descenderé un rato
a pesar de la lluvia
caminaré con medias
sobre lo inundado
y en el asco
...................y en lo oscuro
............................................sabré lo que ya sabía.

Ella vio las siluetas dibujadas con tiza. Vio los nombres, las cercanías. No pudo horrorizarse de lo previsible.
Ella suspendió el tiempo con un broche. Lo colgó en el patio, para que se secara. Ella miraba al tiempo, cada dos horas, lo miraba dejar caer las gotas una por una.
Ella sabía que el ahogo, que la falta de aire, que el insomnio. Ella sabía que el miedo, que el terror, que el pasado. Ella intentó vomitar ese fatal conocimiento. Siempre queda algo entre los dientes después del vómito.