Wednesday, February 27, 2008

flan

Él logró desarmarme, de golpe. Esa noche de río yo era una con mi armadura. Yo impenetrable, yo seca de lágrimas.
Fue tan solo el roce de su mano en la palma de mi mano, fue tan solo necesario que me clavara eso ojos de agua en los míos para que caigan mis armas.
Temblé, y no me abrazó. Continuó rozando con su presencia la mía.
Me cubrió de su silencio y ofreció un cáliz del que quise beber, y quiero, pero ahora sé, ahora sé.
Corrí, sin irme. Me fui, quedándome.
Y anclé ahí, en ese puerto, al que no llega ningún barco.

Me fui para que me vieras irme, quedándome sentada a tus espaladas. Tu imagen, y luego tu imagen.

Te pedí de rodillas que me dijeras no, y no dijiste nada.

Quiero dolerme ahora, quiero sanar y no puedo, porque tu dedo sigue adentro de mi llaga. Tu dedo que es caricia y violencia. Tus ojos, Dios, tus ojos, que me miran de una forma que no comprendo. Miráme con desprecio, con asco. No me mires con dulzura, no me abraces para decirme .... ya no puedo ni explicar qué me dijiste.