La maestra de música desafiando al absurdo enseñó ese malambo al alumno ausente. No se lo enseñó a su vuelta, sino el mismísimo día de su falta.
Era conmovedora su dedicación, lo recuerdo como si lo estuviera viendo. Sus brazos desplegados y su dedos chasqueando el ritmo.
Después vendrían la zamba y el escondido, pero ahora era tiempo de malambo. Los niños la miraban sin comprender, sin cuestionarse siquiera ese arrebato psicótico. Johnny aprendería muy bien el paso porque su maestra se lo estaba enseñando como debía. Johnny estaba más callado que de costumbre, quizá porque no estaba. Pero esto no debemos decirlo más, que no se entere la maestra, que no salga de su posesión musical.
¿Acaso no es esto el folklore? La desvinculación pasado-presente-futuro, o más bien todo lo contrario. Mañana cuando venga Johnny ya sabrá los pasos, o deberá saberlos, porque le fueron enseñados hoy, aunque no estuviera.
Dará la media vuelta, Dará la vuelta entera, y la paloma blanca o cuadrillé, que voló hace rato, espera desesperadamente el sentido de esta ronda.
Johnny, ¡baila así!Sigue bailando Johnny hasta tu vuelta. No te canses de ensayar aunque quizá desde la cama, o dondequiera que te encuentres ahora, no puedas presentir tus avances. Tu maestra que te conoce, que está tan pendiente de vos hasta cuando faltas, sabe que hoy, justamente hoy, lo estás haciendo muy bien.
Termina la cinta, salta el cassette y es probable que alguien la rebobine, para volver a empezar, para ensayar una vez más con ese espacio vacío. Johnny, Johnny, no te asustes.
1 comment:
dance, johnny, dance.
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