Descifrar el misterio de tus párpados lánguidos que cubren el pasillo a la eternidad.
Incomodar al tedio a base de preguntas sin respuesta.
Derrotar la tarde en esperas fortuitas, en nostalgias vacías.
Dibujarte a mi lado, desearte en silencio.
Arrancar el otoño de la suela de mis zapatos.
Sufrir tantas pérdidas sin recordar ninguna.
Devolver el hastío en el mostrador correspondiente.
Devenir en súplica cuando te hayas ido.
Alternar mis pies en el suelo en la inmovilidad absoluta.
Aplaudir a la noche, augurando madrugadas.
Esperar, esperar, la nada, el sol, el asco, gramos de presencia.
Agitar las cortinas dejando pasar el frío.
Cerrar alguna puerta con candado.
Dar por finalizado lo que termina.
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