ocurrió el desborde ahí en la orilla de la pollera azul, sin aviso, sin hilacha previa, sin forcejeo, solo un desborde fresco y abundante.
ocurrió el desborde que debía ocurrir, los embalses infinitos también tienen límites.
y los peces nadaron por el aire tanto rato que casi les crecen pulmones.
y ella quiso abrazarse pero tenía ese espacio ya tan ocupado y tan sin nada y no importaba, o no se acordaba y si realmente importaba.
sabía allí abajo, bajo su suela, el vacío oscuro, pero miraba los peces, sus súbitos pulmones verdes, amarillos, de tantos colores. Hoy no quería llorar.
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