Wednesday, December 05, 2007

La Barca de Calderón.

La imagen, si bien onírica, fue bien nítida. Se sentía en todo el cuerpo, en todo el cuerpo.
Me obligué a despertar para pensar en lo que estaba soñando, soy así de estúpida la mayoría de las veces. Por ese esfuerzo, por esa imposición de realidad, me quedé anclada en ese espacio intermedio, en ese estado hipnótico, hipotético, en ese paréntesis.
"¿Quién es?" Pensaba, leía de modo obsesivo en mi mente.
Reconocerte, pensarte con mil nombres, intentar decodificar la sensación, las sensaciones en todo el cuerpo, en todo el cuerpo.
Podías ser tantos, todos, pero no, algunos cayeron al costado en la revisión ortográfica. Algunos quedaron dudosos, flotando. Otros fueron admitidos en la imagen, pero no era exacto, no precisamente.
Elementos aislados que no pretendo historizar, aún me encuentro engualichada:

Un poncho- un pañuelo de zamba- un baile. No, no quiero ordenar los elementos y lo estoy haciendo. Vuelvo a empezar.

Un abrazo, fuerte, de hombre. Calor, tibieza. Un poncho. Una zamba. Quiero bailar, quiero bailar. Bailo. Mi cabeza se inclina. No caigo. La piel, la piel. El pañuelo.
¿Quién sos? ¿Quién sos?

Me obligo a despertar, idiota, para reconocerte, para hallarte, para encontrarte de este lado del espejo. Y como no te encuentro me angustio, por la plenitud perdida del sueño, por la certeza de que nunca hallaré de este lado esa sensación en la piel, y más adentro.

Duermo de nuevo, siglos más tarde, luego de recorrer toda la ciudad con los sentidos alterados por este vaho en mis pestañas, en mis muñecas, en mis tobillos y sobre todo, acá, en el estómago.
Duermo de nuevo, siglos más tarde, porque la cornisa por la que deambulé sólo tiene un borde, un lugar donde caer, y ahí caigo.

La imagen nítida de nuevo, es otra imagen. Hay piso, hay polvo, hay algo frío en mi espalda, entre mi espalda y el piso. Vos. Te veo, te siento. Sé quién sos y me río, mucho. Porque sé que no sos vos, que llevás esa máscara para que no me asuste, para que no tema perderte cuando despierte. Igual hoy no voy a intentar despertar, estoy demasiado cansada, me quedé más de lo debido entre paréntesis. Allá, aún detrás del vidrio que daba a la cornisa de la cual me arrojé para nadar en este aire-manta, todo tiene puntas, ángulos. Acá, en este aire-manta, en este río-papel, en esta siesta eterna todo son curvas, y pliegues, y pliegues. Yo misma sólo percibo mis pliegues, de piel, siempre de piel. Y vos en mis pliegues, y vos en mi piel.

No sos vos, no sos el que estoy viendo. Intuir eso, porque en este aire-manta nada se sabe y todo se intuye, no me impide saborearte.

3 comments:

Alex Holzmann said...

muy lindo señorita!

nacho said...

DEseoossss ..asi seria mi titulo para tus sueños entrecortados.
"Me obligué a despertar para pensar en lo que estaba soñando, soy así de estúpida la mayoría de las veces...idiota" creo q todos somos asi,alguna vez lo hicimos ,no te preocupes.

Hablando de sueños y que noto, que si tuviera q analizar tu...tu..no me sale la palabra..pero bue analizar tus relatiños doy cuenta q " el borde" siempre esta! y en su consecuencia caer..o diambular o estar al filo de la cornisa.
Hoy cuando me despertaba una de mis tantas veces antes de concretar finalmente mi sueño, taba con el pie al borde de la cama, y como q senti q me caia para atras, para el lado de afuera de la cama, obviamente,y pense en tu borde, siempre el borde, y por "tratar" de no caerme, como que lo acaricie, y "zaun" helene y el borde a la mente.
SAludos desde la silla.

Hélène said...

Sí, es cierto, el borde se reitera. A veces como ese lugar desde el que se puede (y se quiere y no se quiere) caer.
Otras como el límite que se necesita para sentirse contenido, o que rechazo por sentirme atrapada.
Creo que debe tener algo que ver con cuánto me costó aprender a pintar sin pasarme de los bordes, o cortar siguiendo la línea.

Me encanta que te disparen todas estas cosas mis relatiños. Y más me encanta que pienses en ellos en situaciones tan cotidianas o absurdas como la que relataste.

Saludos.