La próxima vez que me contestes así...
La próxima vez que te vea haciendo lo mismo...
¿Terminan de algún modo estas frases? No importa mucho, ya que "la próxima vez" como sentencia tiene peso suficiente.
"¿y si lo dejamos para la próxima vez?" Me dijiste, y te creí, como me creen cuando utilizo la frase en otros contextos.
Algo en mí, sin embargo, conocía la verdad, aunque no la admitiera. Te dije que estaba bien, para no entrar en debates.
Y la próxima vez se convirtió en un pequeño proyecto, al principio. Que luego decoramos con planos azules y verdes.
Hoy los dos sabemos, porque ya no se puede ocultar más, que esa próxima vez es retórica. ¿Acaso no lo supimos siempre?
¿De qué te salva esa esperanza? ¿A qué te invita esa última oportunidad?
"Te prometo que es la última vez" ¿De qué? Dale, no te creo. Pero me callo, porque decir algo es un trabajo tan grande, que, a veces, prefiero aceptar el juego de las veces.
Como la primera vez que nos vimos, esa vez que en realidad reconstruimos luego, para narrar nuestro encuentro, para darle sentido. Sabemos que nada ocurrió tal como lo contamos, pero no sabríamos contarlo de otro modo.
Quizá todo esto tenga que ver con la infancia maravillosa plagada de hadas en un lugar de "había una vez". ¿Cuándo, Dios mío? ¿Cuándo fue esa vez?
Nunca. No, nunca no.
Siempre, sabemos que tampoco.
Alguna vez... si eso quiere decir algo.
Y si alguna vez decidís pensarme en presente, sin postergaciones ni promesas. Si alguna vez nos animamos, más yo que vos, a evitar las frases lindas. Entonces, tal vez, esa vez todo ocurra con más realidad que ahora.
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