Wednesday, March 14, 2007

Bats

Ella se detuvo frente a la puerta. Era una puerta distinta, igualmente oscura, igualmente cubierta de polvo y años.
En mala hora decidió tomar coraje y abrirla. El chirrido de las maderas húmedas despertó a los murciélagos que comenzaron a rodearla.
Los murciélagos danzan y ella los mira casi sin comprender por qué abrió la puerta. Su mano sigue en el picaporte como la última certeza antes del viaje.
Los murciélagos se irán antes que ella y ella, aún sin irse, creerá haber partido.
Los murciélagos la olvidarán tan pronto y ella seguirá allí, con la mano en el picaporte, con la puerta entreabierta, con el aleteo en las orejas, con el polvo de años y puertas en su falda gris, sola.

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