Si fuera posible nombrar la angustia con un nombre cotidiano, como libro, café, colectivo. Si fuera lícito cosificarla y convertirla en algo que pudiera asirse y arrojarse lejos. Si pudiera deshacerse el nudo en la garganta como un pañuelo. Si las manos dejasen de temblar y pudieran acarciar con firmeza. Si este limbo de tiempo subjuntivo no fuese tal, tal vez entonces la posibilidad aún condicionada volvería a instaurarse como un mañana.
1 comment:
somos viejitossufriditosarribadeunskate
recordemos que todo todo todo es culpa de freud y sus pelotudeces
arriba confesiones de cc/l
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