Sé que voy a llegar tarde. El subte está repleto y es verano. Debí salir antes y tomar un colectivo. Debí subir a otro vagón.
Apurarme, que no me agarre la puerta. No soy el Increíble Hulk.
El subte en su hedor habla de distancias y banalidades.
Quizá no llegue tan tarde.
Me deslizo en la espera inocua en las sillas de la sala dispuesta para tal fin. Luego será la pesada anestesia y los párpados simularán hinchazón a mi cerebro.
El porsiacaso es una paparruchada que nos quita mucho tiempo, y quizá haya llegado tarde sin darme cuenta.
Pensar en otra cosa, en vos quizá, un poco más atrás de la luz azul.
16, lo que se esperaba.
La luz azul se va y mis lágrimas serán irremediablemente amarillas.
Pienso en vos más allá de la luz blanca del día que se emperra en quedarse en la esquina.
Vuelvo al subte, ahora hay más gente aún.
No pienso en nada.
1 comment:
yo me tomé el 25 y te digo que no estaba mucho mejor.
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