Saturday, May 27, 2006

Según Karlos

Decidieron que tu nombre ya no sea el que tus papis te dieron. Ese no suena bien, mejor otro, que se preste mejor a diminutivos y apodos.
En el mismo memorándum te avisaron un cambio, casi imperceptible en tu fecha de cumpleaños. Para qué cumplir en febrero si es mejor cumplir en junio. Otro signo del zodíaco no le hace mal a nadie, y es más cómodo más kitch. O como se escriba.
Tu ropa, tu rostro, tu forma de hablar, pero sobre todo el contenido. Todo lo cambiaron, de a poco, y pidiéndote permiso.
Entonces esa sensación de ajenidad cuando suceden las cosas, no es improvisada, tiene su raíz en este presente exótico que te toca vivir.
Sentada en ese tren que ya no para, sólo percibirás los carteles cuando estén demasiado cerca como para leerlos o atraparlos. Los vas a dejar ir, como a todo en tu vida. Y cuando se vayan los carteles, como se van las gentes, sentirás un pequeño vacío en el asiento contiguo, pero se pasará pronto. Habrá otras cosas en qué pensar, otras decisiones que tomar.
Y cuando te bajes del vagón en la estación equivocada, seguirás cualquier rumbo, porque evidentemente ya no vas a ningún lado. Mejor seguir entonces a la masa de gente, que tampoco tiene nombre como vos, y evidentemente también carece de tiempo. Sino no correrían un día de sol como hoy.
Ellos decidieron que no disfrutes, que no cantes bajito y menos que menos que te rías.
Ellos decidieron que lo mejor sería que te tiñieras el pelo de rubio, para disimular ese azabache que contrasta con tu piel.
Ellos sugirieron que tus ahorros en el banco estarán más cuidados, para cuando decidas sacarlos a pasear por el mundo, y se queden en Londres en algún Bread and Breakfast.
En Londres hay pan y desayunos, acá... no.
Ellos decidieron que no pienses más, ya no, llevando a Jorge Drexler al absurdo. No pienses demás, no pienses de menos, no pienses y punto. Ellos piensan por vos. Y piensan que pensás demasiado, demasiado a la izquierda como para pasar desapercibida.
Ellos finalmente, con nombre nuevo y fecha de nacimiento renovada, te dan la mano, siempre la derecha.
Y vos saludás sin entender. Lo que no entendés no es quiénes son ellos o por qué te saludan, sino más bien, a quién saludan. ¿A vos? ¿A la que eras antes de ellos? ¿A la que ellos inventaron? ¿A quién?

Monday, May 15, 2006

El niño tiene sed y no hay naranjas.

Doy un pasito afuera de la cama y hace más frío de lo que pensaba. Quiero quedarme acá, para siempre. Ese siempre que son dos minutos, porque hay que levantarse, aunque no se quiera. Aunque se sepa de antemano cómo sucederá todo.

El empedrado húmedo quiere que te resbales, pero una hace malabares y no se cae, para no mojarse la ropa, para no molestar, para seguir caminando y hacer el circuito diurno rápido, lo más rápido posible, hasta volver a la cama. Para volver a dormir, y a despertarse, y a animarse al frío y a las baldosas resbaladizas y húmedas de otoño.

Nada bueno sale cuando se está tan triste, pueden salir solo lágrmitas, y a veces ni eso. A veces se llora para adentro, inundando las entrañas, tiñiendo todo de negro, vistiéndose de angustia. De adentro para afuera, como se viste la angustia.
Llorar en la cama y esperar, el tiempo que se pueda. Hacer lo cotidiano sin cuestionarse demasiado. Si pienso un poco, pienso más. Si pienso más me quedo inmóvil en esa esquina de Sucre y Crámer para siempre. Y me crecen raíces en los pies. Y el portero de la esquina se acercará a regarme. Y el agua será fría, como esta mañana, pero la necesitaré para contrarrestar la tibieza de las lágrimas que corren por dentro.

Entonces, porque nada bueno sale, mejor que salga todo, lo que sea que haya. Porque hay que limpiarse bien las orejas cuando te bañás, para escuchar mejor.
Quizá la próxima vez sea más cuidadosa y elija otro camino que me permita evadir las baldosas húmedas de mayo.

Sunday, May 14, 2006

La máquina

No recordarás nada cuando despiertes del coma. Dormiste tantos meses después del derrumbe. Toda tu casa, todo el polvillo, y ni un recuerdo.
El peso sí, eso lo sientes aún en el pecho. Pero nada más.
La máquina a la que estás conectada suena segundo tras segundo. Está bien eso, el sonido reconforta esas ruinas silenciosas, ese espacio apretado en una cama ajena.
Las frazadas son pocas pero no sientes frío. No sientes nada, solo el peso que ya pasó, y ese sonido, esa sirena varada, ese pendular constante entre una y otra orilla.
Él se quedó del otro lado, como otras veces. Pero esta vez, cuando despiertes, ya no volverás. Porque no sabrás cómo hacerlo. Y la sola idea de dejarlo para siempre esperando en esa playa te angustia y te excita. Es lo correcto.
Vos esperaste demasiado en medio del mar, es hora de volver y caminar tierra adentro. Es hora de arriesgarse y buscar otra casa. Es hora de olvidar, si eso es posible.
Uno, dos, tres.
Aquí estás de nuevo, y pronto, cuando despiertes del todo, cuando salgas de esa penumbra soñolienta, sólo ese dolor en el pecho te dará una pista de tu recorrido. Pronto cuando despiertes del todo, él allá, y vos, al lado de la máquina.

Thursday, May 04, 2006

La próxima vez...

La próxima vez que me contestes así...
La próxima vez que te vea haciendo lo mismo...
¿Terminan de algún modo estas frases? No importa mucho, ya que "la próxima vez" como sentencia tiene peso suficiente.
"¿y si lo dejamos para la próxima vez?" Me dijiste, y te creí, como me creen cuando utilizo la frase en otros contextos.
Algo en mí, sin embargo, conocía la verdad, aunque no la admitiera. Te dije que estaba bien, para no entrar en debates.
Y la próxima vez se convirtió en un pequeño proyecto, al principio. Que luego decoramos con planos azules y verdes.
Hoy los dos sabemos, porque ya no se puede ocultar más, que esa próxima vez es retórica. ¿Acaso no lo supimos siempre?
¿De qué te salva esa esperanza? ¿A qué te invita esa última oportunidad?
"Te prometo que es la última vez" ¿De qué? Dale, no te creo. Pero me callo, porque decir algo es un trabajo tan grande, que, a veces, prefiero aceptar el juego de las veces.
Como la primera vez que nos vimos, esa vez que en realidad reconstruimos luego, para narrar nuestro encuentro, para darle sentido. Sabemos que nada ocurrió tal como lo contamos, pero no sabríamos contarlo de otro modo.
Quizá todo esto tenga que ver con la infancia maravillosa plagada de hadas en un lugar de "había una vez". ¿Cuándo, Dios mío? ¿Cuándo fue esa vez?
Nunca. No, nunca no.
Siempre, sabemos que tampoco.
Alguna vez... si eso quiere decir algo.
Y si alguna vez decidís pensarme en presente, sin postergaciones ni promesas. Si alguna vez nos animamos, más yo que vos, a evitar las frases lindas. Entonces, tal vez, esa vez todo ocurra con más realidad que ahora.

Sunday, April 30, 2006

Domingo

Domingo, dormir. Todo lo que se pueda.
Domingo, esperar. ¿Qué cosa?... Igual hay tiempo.
Domingo, mirar por la ventana, aunque esté cerrada.
Domingo escuchar música, esa que no dice nada.
Domingo Faustino Sarmiento, con la espada, con la pluma y la palabra.

Saturday, April 29, 2006

Main Ideas

Las buenas intenciones que desparramaste por el suelo te hicieron tropezar cuando intentaste arrancar de nuevo la carrera que nunca deberías haber emprendido en un principio.
Conquistar una main idea puede resultar sencillo. Lo complicado es entrelazarla con las palabras que desde antes llevabas en los bolsillos, que son escasas pero tuyas.
Mirá, es simple, hablar y no decir nada, solo para saber que uno está hablando, es una necesidad comunicativa pura. Intentar decir cosas puede ser peligroso.
Sé que te arriesgarás, yo hago lo mismo, aunque los días lunes me cierren la boca. Pero de todos modos necesito advertirte lo que tantos poetas ya pensaron y dijeron.
Acabarás por comprender, como todo el mundo, que son pocos los oyentes o lectores, y que eso realmente no importa mucho, a pesar del problema ético que conlleve esta sensación. Porque lo que importa, lo que realmente importa, es enajenar esos demonios, volverlos otredades analizables, circunscriptas en palabras.
Abrir un canal que te lleve lejos de vos, nombrar lo innombrable. Dominar el silencio provocándolo por el vacío que quedará dentro tuyo cuando te liberes de esas frases que se quieren escapar.
Dejálas ir, sin presiones, y quizá hasta cambies el mundo. Solamente no lo desees con toda tu alma. Hacé lo que tengas que hacer, como se debe. Entonces, cuando mires tu vida desde afuera, cuando leas tu voz en cualquier pantalla, y te sientas vacío de esperanza, cuando hayas limpiado tu mente de todo lo que traías al empezar esta carrera, y ya no queden buenas intenciones, cuando te encuentres desnudo frente a tu verdad (todo el mundo tiene su verdad) entonces sí, vas a poder caminar sin correr ni tropezarte.
Vas a poder hablar tranquilo sin quejarte, sin pedir nada, sin palabras grandes que no proclaman novedades.
Vas a decir lo indispensable, porque te habrás deshecho de lo que sobra.
Y si te deshiciste de aquello que sí era esencial, si perdiste en el camino aquella main idea mencionada anteriormente... será una lástima.

Thursday, April 20, 2006

La necesidad del café

A veces la necesidad es imperiosa, como hoy, que incluso antes de amanecer se pronosticaba lluvia. Y la palabra pronóstico es más bien errada puesto que llovía efectivamente.
Y para el café no hubo tiempo, ni tampoco para ir caminando.
Habrá café más tarde, canta la esperanza porteña. Y muchos bolsillos se cuestionan la veracidad de esta creencia inocente.
Las palabras que se derraman en cualquier lado, y las urgencias que te atan con correas. Si no hubo tiempo para café, ¿Para qué habrá tiempo?
Habrá tiempo de sentarse en una plaza, cuando todo acabe.
Habrá tiempo de llorar, sin ninguna duda.
Habrá tiempo de mirarse, como si nunca antes... y quizá sea cierto, quizá nunca antes...
Habrá tiempo de arrepentirse por el tiempo perdido, cuando en realidad no se perdió, y eso lo sabemos ahora. El tiempo se cansó de nuestros apuros y se fue solito, sabiendo bien el camino.
Habrá tiempo, habrá tiempo.
O no lo habrá y nunca lo sabremos.
Pero mientras tanto no hay café, o sí, pero está lejos. Y la esperanza ya no te lleva a ningún lado.
Mozo un cortado, para tomar sola. Total...