Si entrecierro los ojos puedo ver el día a través de mi persiana. La que llevo a cuestas.
Freud necesitaba cocaína para escribir y yo necesito ganas.
Tiempo... también. Pero otro tiempo.
Sobreviene el deseo de llenarme de actividades para tener excusas ordenadas para no querer hacer nada y estar en mi legítimo derecho de no querer.
Los desaparecidos que forman parte de nuestra memoria colectiva están más presentes que yo.
Él tiene nostalgia y yo ya ni eso.
De todos modos si me cruzo de vereda y me miro sin violencia veo como todo se mueve. Lento, pero se mueve.
Al paso que voy ya es claro que no voy a llegar muy lejos, que por más que la apure, la muerte va a sorprenderme cuando duerma y crea que ya no es necesario morir, que la vida, la vida...
Alcanzar la palabra antes de la palabra. El símbolo puro, la transferencia total, completa y fiel de esa otra realidad, que es única en cierto modo porque es propia.
Jugar con las palabras de este lado no es más que adecuarse a esas reglas que otros prefijaron y si bien los límites pueden empujarse, salir es imposible.
Imágenes sueltas dado que como se dijo "la imagen precede al lenguaje y procede de la percepción". Pero nunca fui buena para dibujar. Entonces es difícil. Y a mí, que lo difícil me aburre, que aborrezco lo que me cuesta y aún así es lo único que sigo intentando, hoy no voy a dibujar.
Abrir cualquier libro y leer dos o tres renglones. Luego podré doblar el borde de la página a falta de señalador. ¿Cuándo te enseñó tu mamá a hecer eso? Y estar segura de que fue ella porque ella lo sigue haciendo. Y aunque vos no lo hagas más y prefieras señaladores vistosos y significativos te acordás de que en algún impreciso momento te fue enseñado. Y detrás de ese nimio recuerdo la soledad infinita que te carcome los huesos.
Tristemente Sonia llegó a casa, mucho más tarde de lo que suponía. Y esa súbita necesidad de escribir se apoderó de ella sin hacer caso del cansancio. Entonces no es tiempo ni ganas lo que se necesita, sino un deseo irrefrenable, que supere la conciencia, que tome el lápiz por su propia cuenta y no perciba el yo del escribiente.
"Mentirosa no" había dicho Sonia, y se retiró ofendida. Había dos o tres palabritas que no permitía pronunciar. Y aquellas copas dejaron salir la angustia, como venía ocurriendo religiosamente.
Amanece afuera y es domingo. Sonia dormirá hasta el mediodía y si Dios quiere un poco más. Siente la necesidad imperiosa de fumar un cigarrillo pero no se puede y mejor dormir.
Sunday, September 17, 2006
Saturday, September 09, 2006
Metablog
Mostrarse, ocultarse. Mirarse, de eso ya se ha hablado tanto. Ya dije del espejo, de la piel sin caricias, de los bordes y del llanto. Ya dije del perro fantasmagórico que corre sin correa y que se aleja porque lo quiero lejos para no extrañarlo. Ya dije de los ojos que miran impares y del asco que sopla y sopla. Ya dije... ya dije.
En este espacio se escribe en se. ¿Vieron? Una se escribe. Uno se dice. Tercera persona absurda inexistente, retóricamente necesaria para validar un discurso cotidiano y misterioso.
Cuasi diario íntimo, ficción barata, arte arte arte (no Martha Minujín, no llores).
Un botón y a la deriva, alguien va a leerte, no sabrás quién és, no no, es mejor así.
Te miran, te ven, saben de tu pena, pero no existen, y vos tampoco, es lindo el juego.
Y allá la vida, en primera persona. Y cuesta tanto decidirse en qué etapa anclar, con qué obsesión quedarse para siempe, o bien el escenario, o bien la colección de figuritas. Y yo que no me decido, me quedo con las dos, y las voy alternando.
Lo que comenzó como una investigación, porque así es como comienza tanto, se va alejando del (se) y se acerca a mí con un vértigo peligroso. No quiero mostrarte mis bombachas sucias, no quiero. No quiero decirte nada verdadero. Y te he dicho tantas cosas.
¿Hay alguien ahí de cualquier modo?
Había una película, una de tantas, década del ochenta, las computadoras de ese entonces, que acá no existían, y yo muy chica que miraba la película que era más que de ciencia ficción por la carencia tecnológica en el mercado local. Bien, me fui por las ramas, la película no sé de qué se trataba, pero estaba esta escena, del niño que comenzaba a conversar con un extraterrestre. Pantalla negra, cursor verde... inaudito.
Y estaba ahí, la comunicación, el arte verbal. La estúpida necesidad de encontrar bien lejos ese igual que nos comprenda. Porque acá cerca no encontramos nada. Ojo, todo es metafísico no vaya ud. a creer que estoy psicoanalizándome, que aquí no hablo de familia, ni de nada.
Esa diarrea verbal, esa bulimia literaria.
Necesito leer, y leer, para enseguida escribir y escribir. Y si no puedo, como en estos días, me fuerzo, me meto los dedos en la garganta y vomito letritas en el teclado. ¿Me invitaría Mirtha Legrand a almorzar con ella? aYY la quiero tanto a Mirtha.
La tele, la computadora, la náusea.
Mostrarse, cubrirse las tetas, querer que te miren y correr bien lejos para que no te vea nadie.
Estoy arisca como un gato que no encuentra su sillón. La cueva de cartón guarda los textos del tiempo. Y ya vendrá la primavera a resucitar nuestras más temidas alergias.
Ser surrealista no te asegura comprender lo incomprensible. Dejar hacer, dejar pasar.
Vuelvo entonces a esa poesía, a ese libro que ya leí, vuelvo a los lugares que conozco para empezar de nuevo. Y no reviso lo que escribo porque no tengo ganas, porque vomité y es bien feo, pero nadie me mira.
En este espacio se escribe en se. ¿Vieron? Una se escribe. Uno se dice. Tercera persona absurda inexistente, retóricamente necesaria para validar un discurso cotidiano y misterioso.
Cuasi diario íntimo, ficción barata, arte arte arte (no Martha Minujín, no llores).
Un botón y a la deriva, alguien va a leerte, no sabrás quién és, no no, es mejor así.
Te miran, te ven, saben de tu pena, pero no existen, y vos tampoco, es lindo el juego.
Y allá la vida, en primera persona. Y cuesta tanto decidirse en qué etapa anclar, con qué obsesión quedarse para siempe, o bien el escenario, o bien la colección de figuritas. Y yo que no me decido, me quedo con las dos, y las voy alternando.
Lo que comenzó como una investigación, porque así es como comienza tanto, se va alejando del (se) y se acerca a mí con un vértigo peligroso. No quiero mostrarte mis bombachas sucias, no quiero. No quiero decirte nada verdadero. Y te he dicho tantas cosas.
¿Hay alguien ahí de cualquier modo?
Había una película, una de tantas, década del ochenta, las computadoras de ese entonces, que acá no existían, y yo muy chica que miraba la película que era más que de ciencia ficción por la carencia tecnológica en el mercado local. Bien, me fui por las ramas, la película no sé de qué se trataba, pero estaba esta escena, del niño que comenzaba a conversar con un extraterrestre. Pantalla negra, cursor verde... inaudito.
Y estaba ahí, la comunicación, el arte verbal. La estúpida necesidad de encontrar bien lejos ese igual que nos comprenda. Porque acá cerca no encontramos nada. Ojo, todo es metafísico no vaya ud. a creer que estoy psicoanalizándome, que aquí no hablo de familia, ni de nada.
Esa diarrea verbal, esa bulimia literaria.
Necesito leer, y leer, para enseguida escribir y escribir. Y si no puedo, como en estos días, me fuerzo, me meto los dedos en la garganta y vomito letritas en el teclado. ¿Me invitaría Mirtha Legrand a almorzar con ella? aYY la quiero tanto a Mirtha.
La tele, la computadora, la náusea.
Mostrarse, cubrirse las tetas, querer que te miren y correr bien lejos para que no te vea nadie.
Estoy arisca como un gato que no encuentra su sillón. La cueva de cartón guarda los textos del tiempo. Y ya vendrá la primavera a resucitar nuestras más temidas alergias.
Ser surrealista no te asegura comprender lo incomprensible. Dejar hacer, dejar pasar.
Vuelvo entonces a esa poesía, a ese libro que ya leí, vuelvo a los lugares que conozco para empezar de nuevo. Y no reviso lo que escribo porque no tengo ganas, porque vomité y es bien feo, pero nadie me mira.
Saturday, August 19, 2006
Big Men
Desnudarse para escribir o antes de escribir, o al escribir...la diferencia es el frío. Pero si se conservan las zapatillas y las medias quizá es distinto.
Hay algo que no está bien que no es el cuerpo. ¿Será el alma? Esa entidad ontológica intangible, ¿cómo someterla al proceso histórico que cambia todas las cosas?.
Lo que subyace en el living queridos míos, no es más que un sistema de palabras, todas francesas pero sin revolución. Y llamarlos aquí a esos Big men es un recurso para sentirme menos sola, y aunque sea un poquito respaldada por la utopía intelectual de un materialismo estructuralista que si bien fracasó es tan prolijo, tan ecléctico, tan encuentro de tantos otros Big men que dijeron tantas otras cosas desde un sufrimiento sartreano similar.
Si dijera a la noche, embebida de susto: "hay algo en mí que te aleja y te extraño tanto. A vos que tuviste nombre y piel. Mañana va a ser lo mismo, por más tiempo que dedique a soñar." estaría repitiendo frases usadas, vencidas. Y hoy que ya es mañana, porque el ayer fue constituido con papeles de colores me pregunto si quedaré desnuda al desatar los cordones de mis zapatillas.
Lo literal, lo literal, antes que esta catastrófica angustia.
También se ha dicho que mañana (por hoy) con las uñas rojas si es que la vida me alcanza o me atrapa, todo aquello puede suceder.
Hay tanto adentro que no quiere mencionarse.
Hay una ironía en una bandeja esperando ser descubierta.
Hay un sapo en un estómago que quiere convidar algo que perdió hace rato. ¿Qué será?
Y yo que estoy a mitad de camino hacia ningún lado, sé que esa última frase solapada dice más que las otras.
Hay algo que no está bien que no es el cuerpo. ¿Será el alma? Esa entidad ontológica intangible, ¿cómo someterla al proceso histórico que cambia todas las cosas?.
Lo que subyace en el living queridos míos, no es más que un sistema de palabras, todas francesas pero sin revolución. Y llamarlos aquí a esos Big men es un recurso para sentirme menos sola, y aunque sea un poquito respaldada por la utopía intelectual de un materialismo estructuralista que si bien fracasó es tan prolijo, tan ecléctico, tan encuentro de tantos otros Big men que dijeron tantas otras cosas desde un sufrimiento sartreano similar.
Si dijera a la noche, embebida de susto: "hay algo en mí que te aleja y te extraño tanto. A vos que tuviste nombre y piel. Mañana va a ser lo mismo, por más tiempo que dedique a soñar." estaría repitiendo frases usadas, vencidas. Y hoy que ya es mañana, porque el ayer fue constituido con papeles de colores me pregunto si quedaré desnuda al desatar los cordones de mis zapatillas.
Lo literal, lo literal, antes que esta catastrófica angustia.
También se ha dicho que mañana (por hoy) con las uñas rojas si es que la vida me alcanza o me atrapa, todo aquello puede suceder.
Hay tanto adentro que no quiere mencionarse.
Hay una ironía en una bandeja esperando ser descubierta.
Hay un sapo en un estómago que quiere convidar algo que perdió hace rato. ¿Qué será?
Y yo que estoy a mitad de camino hacia ningún lado, sé que esa última frase solapada dice más que las otras.
Sunday, August 06, 2006
Mi olvido de vos
Si me hablan de vos mejor me tapo las orejas. Y escucho igual, entre los dedos.
Si me hablan de vos mejor pensar en otra cosa, y no recordarte, porque sino...
Si me hablan de vos mejor pido silencio, o cambio de tema, aún deseando que te sigan nombrando, por lo menos ellos que sí pueden hacerlo, sin esta angustia que ya no es ni nostalgia ni bronca, ni soledad, es otra cosa.
Si hablo de vos, probablemente diga insensateces, como siempre. Probablemente no pueda ordenar mis pensamientos y los deje salir sin pasteurización.
Si hablo de vos es porque fui obligada a dejarte salir del bolsillo izquierdo, y ahí sobre la mesa me reclamás algo que no comprendo. O yo te reclamo y no comprendo por qué.
Si pienso en vos, por sobre el bullicio y las tareas cotidianas es porque estoy bien jodida. Y ya debiera admitir que no te pude olvidar por más esfuerzo que puse. Yo, que todo con dolor lo alcanzo, aunque sea solo a arañazos, no puedo alcanzar tu olvido. O mi olvido de vos, que es bien distinto.
O quizá lo que no puedo alcanzar es a vos. Y repito, entonces, estoy bien jodida.
Si me hablan de vos mejor pensar en otra cosa, y no recordarte, porque sino...
Si me hablan de vos mejor pido silencio, o cambio de tema, aún deseando que te sigan nombrando, por lo menos ellos que sí pueden hacerlo, sin esta angustia que ya no es ni nostalgia ni bronca, ni soledad, es otra cosa.
Si hablo de vos, probablemente diga insensateces, como siempre. Probablemente no pueda ordenar mis pensamientos y los deje salir sin pasteurización.
Si hablo de vos es porque fui obligada a dejarte salir del bolsillo izquierdo, y ahí sobre la mesa me reclamás algo que no comprendo. O yo te reclamo y no comprendo por qué.
Si pienso en vos, por sobre el bullicio y las tareas cotidianas es porque estoy bien jodida. Y ya debiera admitir que no te pude olvidar por más esfuerzo que puse. Yo, que todo con dolor lo alcanzo, aunque sea solo a arañazos, no puedo alcanzar tu olvido. O mi olvido de vos, que es bien distinto.
O quizá lo que no puedo alcanzar es a vos. Y repito, entonces, estoy bien jodida.
Friday, August 04, 2006
Dos arrugas y un lunar
Las manos arrugadas sobre el bandoneón me recordaron a mi abuelo. Que si bien fue el padre de mi madre, es completamente otro.
Mi abuelo, que me enseñó a escribir, y ahorrar dinero. Que me enseñó a jugar a las cartas, y a querer ganar siempre. Que se fue antes de irse, cuando se enfermó tanto y ya no era el mismo. Que cuando se fue del todo, era aún muy temprano para que yo aceptara la vida sin él.
El bandoneón siempre estuvo ahí escondido, guardado en una caja, bien alto, para que los pequeños no lo agarráramos. Y recuerdo aquella vez, que en mi memoria hoy son como mil veces, que el instrumento fue desempolvado, y sonó, raro, en mis manos, cuidadas por todos, para que no lo rompa.
Era pequeña, y mi abuelo muy grande, aún estaba sano, pero el bandoneón no lo tocaba.
Sé de él cosas que fueron contando, de la orquesta, de su relación con el tango. Lo sé porque lo escuché a él, poco, porque escuché a mis parientes, un poco más, y porque lo inventé yo, mucho, en el afán de completar una historia necesaria para dar soporte a lo mucho que lo extraño, no tanto por lo que fue en realidad sino por lo que significó en mi vida. (Sí, esta maldición de poder analizar todo, pero aún no controlar lo que se siente)
Entonces hoy el tango en la tele es una inevitable lágrima. Quizá porque me desperté triste, quizá porque tengo más frío del que hace, quizá porque debiera haber seguido durmiendo un rato más, pero las frazadas ya se habían caído y...
Yo soy un poco como el tango, una nostalgia de algo que no fui (diría un amigo mío) un canto al mar y al smog de Buenos Aires. Yo llevo a veces ese bandoneón en la caja, esa incertidumbre, que es certeza de que toda la música se esconde allá arriba, y lo prueban las manos arrugadas y llenas de manchas.
Allá en el frente la vida es un camino, en el cual te aguarda la estación de chocolate, de vejez y temblores. Como si ahora no temblara.
Estar desorientada y no saber qué trole hay que tomar para seguir... Hoy, extraño, tal vez más por la gripe en mis pulmones que sale despacito. Hay que animarse y ordenar el cuarto. Hay que atreverse a encontrarse con la mugre y sacarla.
Hoy no, mejor mañana.
Mi abuelo, que me enseñó a escribir, y ahorrar dinero. Que me enseñó a jugar a las cartas, y a querer ganar siempre. Que se fue antes de irse, cuando se enfermó tanto y ya no era el mismo. Que cuando se fue del todo, era aún muy temprano para que yo aceptara la vida sin él.
El bandoneón siempre estuvo ahí escondido, guardado en una caja, bien alto, para que los pequeños no lo agarráramos. Y recuerdo aquella vez, que en mi memoria hoy son como mil veces, que el instrumento fue desempolvado, y sonó, raro, en mis manos, cuidadas por todos, para que no lo rompa.
Era pequeña, y mi abuelo muy grande, aún estaba sano, pero el bandoneón no lo tocaba.
Sé de él cosas que fueron contando, de la orquesta, de su relación con el tango. Lo sé porque lo escuché a él, poco, porque escuché a mis parientes, un poco más, y porque lo inventé yo, mucho, en el afán de completar una historia necesaria para dar soporte a lo mucho que lo extraño, no tanto por lo que fue en realidad sino por lo que significó en mi vida. (Sí, esta maldición de poder analizar todo, pero aún no controlar lo que se siente)
Entonces hoy el tango en la tele es una inevitable lágrima. Quizá porque me desperté triste, quizá porque tengo más frío del que hace, quizá porque debiera haber seguido durmiendo un rato más, pero las frazadas ya se habían caído y...
Yo soy un poco como el tango, una nostalgia de algo que no fui (diría un amigo mío) un canto al mar y al smog de Buenos Aires. Yo llevo a veces ese bandoneón en la caja, esa incertidumbre, que es certeza de que toda la música se esconde allá arriba, y lo prueban las manos arrugadas y llenas de manchas.
Allá en el frente la vida es un camino, en el cual te aguarda la estación de chocolate, de vejez y temblores. Como si ahora no temblara.
Estar desorientada y no saber qué trole hay que tomar para seguir... Hoy, extraño, tal vez más por la gripe en mis pulmones que sale despacito. Hay que animarse y ordenar el cuarto. Hay que atreverse a encontrarse con la mugre y sacarla.
Hoy no, mejor mañana.
Saturday, July 22, 2006
Se permite por el soporte
Teniendo en cuenta el soporte textual de estas cosas que se escriben...
Miro la pantalla... un minuto, otro, otro. Estoy esperando desgraciada y tristemente que te aparezcas... Man--- dame--- unimeil.... Escriiiii---bimeunimeil....Dice la canción. Y se pega como todo en esta ropa sucia de alcohol y palabras.
Y yo que soy tan común, tan predecible, me quedo con la canción pegada en la espalda, como un chiste estúpido, como me quedé con vos pegado en el reverso de mi pulóver, ahí bien cerca del pecho (lo dulce es asqueroso en la resaca, seamos sinceros, bien cerca de los pechos, que no es lo mismo)
Dos semanas tardó en irse tu olor de mi ropa. Y yo pensé que con eso te irías vos. Pero no.
Man--- dame--- unimeeeil... La idiota esperanza tecnificada, y allá los pueblos originarios que esperan en mi escritorio. Y vos como lo más cercano a la alegría, que te fuiste incluso antes de que te sacara en envoltorio de angustias.
Irme siempre es una posibilidad, pero cómo escaparme de mí. Entonces me resigno y me quedo, y espero, y espero, la muerte, las cosas, a vos, para variar un poco, para creer que espero algo en serio.
Pronto tus años se notarán, señora, y querido Arjona golpeador de mujeres, la verdad es que no sé cómo ponerle vida a eso. Entonces, por más que me conozcas desde el pelo, te quedaste en el camino, te perdiste y volviste a tu casa.
Quereme así piantaaa, piantaaa, piantaaa,mirando a esta tierra desde donde me dejan, y ayer me vi tan triste, vení volá sentí, el loco berretín, chupetín, maletín, cafetín....
Y aunque de chiquilina miraba desde afuera, ahora sigo con la nariz aplastada, y el vidrio lleno de vapor.
Entonces el recuerdo de un cruel espantapájaros bandido que me sorprendió dormida y me atacó, es un recuerdo dulce, de certezas y cerezas, de Cabezas... que siempre está en el recuerdo... Y Cóppola y un jarrón, y Chiche Gelblum, y Chiche Duhalde, que son un poco lo mismo.
Y saber tantas cosas que abruman, pero les juro que de Cabezas no sé nada. Y esperar esperar....
O no, cerrar todo, irme a dormir, y soñar con Riverito que en vez de cantarme el OOOOCHO, me mira el siete... ¿Qué querrá decir eso?
Miro la pantalla... un minuto, otro, otro. Estoy esperando desgraciada y tristemente que te aparezcas... Man--- dame--- unimeil.... Escriiiii---bimeunimeil....Dice la canción. Y se pega como todo en esta ropa sucia de alcohol y palabras.
Y yo que soy tan común, tan predecible, me quedo con la canción pegada en la espalda, como un chiste estúpido, como me quedé con vos pegado en el reverso de mi pulóver, ahí bien cerca del pecho (lo dulce es asqueroso en la resaca, seamos sinceros, bien cerca de los pechos, que no es lo mismo)
Dos semanas tardó en irse tu olor de mi ropa. Y yo pensé que con eso te irías vos. Pero no.
Man--- dame--- unimeeeil... La idiota esperanza tecnificada, y allá los pueblos originarios que esperan en mi escritorio. Y vos como lo más cercano a la alegría, que te fuiste incluso antes de que te sacara en envoltorio de angustias.
Irme siempre es una posibilidad, pero cómo escaparme de mí. Entonces me resigno y me quedo, y espero, y espero, la muerte, las cosas, a vos, para variar un poco, para creer que espero algo en serio.
Pronto tus años se notarán, señora, y querido Arjona golpeador de mujeres, la verdad es que no sé cómo ponerle vida a eso. Entonces, por más que me conozcas desde el pelo, te quedaste en el camino, te perdiste y volviste a tu casa.
Quereme así piantaaa, piantaaa, piantaaa,mirando a esta tierra desde donde me dejan, y ayer me vi tan triste, vení volá sentí, el loco berretín, chupetín, maletín, cafetín....
Y aunque de chiquilina miraba desde afuera, ahora sigo con la nariz aplastada, y el vidrio lleno de vapor.
Entonces el recuerdo de un cruel espantapájaros bandido que me sorprendió dormida y me atacó, es un recuerdo dulce, de certezas y cerezas, de Cabezas... que siempre está en el recuerdo... Y Cóppola y un jarrón, y Chiche Gelblum, y Chiche Duhalde, que son un poco lo mismo.
Y saber tantas cosas que abruman, pero les juro que de Cabezas no sé nada. Y esperar esperar....
O no, cerrar todo, irme a dormir, y soñar con Riverito que en vez de cantarme el OOOOCHO, me mira el siete... ¿Qué querrá decir eso?
Frase embebida sábado 6 a.m.
Triste, lloro la agonía de una Fe que no consuela...
Sola, busco los abrazos de un ser que se impone en las tinieblas del desconcierto...
Thursday, July 06, 2006
Poema de contrabando
Qué les importa a ellos la muerte
la verdadera muerte
la que sorprende a niños mugrientos
la que acosa a viejos hambrientos
si esa parca no tiene acceso a sus barrios privados.
Qué les importa a ellos de la vida,
la verdadera vida
la que se apuesta a cada paso profundo
la que sin querer se ennoblece y es ejemplo
Para ellos la vida es otra cosa...
con números y papeles, otra cosa.
Qué les importa a ellos nuestros sueños
los que te dejan en vela, los que te quitan el apetito,
los que te empañan los ojos, los que te empeñan las manos.
Para ellos los sueños se sueñan de noche
y de día
se cuentan en el diván.
Qué sentido tiene
hablarles de poesía
de las palabras y el alma
de los versos y el hombre.
Ellos se aburrirán con altura
te aplaudirán con desgano
y por lo bajo
susurrarán que no entendieron nada.
Qué les importa a ellos la angustia,
el miedo, los desazones diarios.
Si papá puede arreglar las cosas
con su tarjeta de crédito
y ¿quién nos acredita a nosotros
para hablar,
pensar,
vivir.
Qué es la pobreza y el frío
más que una película extranjera
y el amor un lindo final.
(Madre, debo decirte que cuando dejaste de comer para alimentarme , no fue amor. Dicen ellos, sino una tontería.)
No entenderán ellos la Revolución,
el grito de libertad.
Dirán que ya se intentó y no se pudo...
mejor no hablar de ciertas cosas,
mejor aguantarse y ver qué pasa.
(nosotros y no ellos)
Qué les importa a ellos de nosotros
o más bien, qué nos importan a nosotros ellos.
Nada, o tal vez mucho.
Por eso escribimos, nos indignamos,
por eso gritamos injusticias y luchamos.
Y si son ellos los que siempre importan
y si nosotros no importamos nada
debemos insistir con el poema
aunque sea de contrabando.
la verdadera muerte
la que sorprende a niños mugrientos
la que acosa a viejos hambrientos
si esa parca no tiene acceso a sus barrios privados.
Qué les importa a ellos de la vida,
la verdadera vida
la que se apuesta a cada paso profundo
la que sin querer se ennoblece y es ejemplo
Para ellos la vida es otra cosa...
con números y papeles, otra cosa.
Qué les importa a ellos nuestros sueños
los que te dejan en vela, los que te quitan el apetito,
los que te empañan los ojos, los que te empeñan las manos.
Para ellos los sueños se sueñan de noche
y de día
se cuentan en el diván.
Qué sentido tiene
hablarles de poesía
de las palabras y el alma
de los versos y el hombre.
Ellos se aburrirán con altura
te aplaudirán con desgano
y por lo bajo
susurrarán que no entendieron nada.
Qué les importa a ellos la angustia,
el miedo, los desazones diarios.
Si papá puede arreglar las cosas
con su tarjeta de crédito
y ¿quién nos acredita a nosotros
para hablar,
pensar,
vivir.
Qué es la pobreza y el frío
más que una película extranjera
y el amor un lindo final.
(Madre, debo decirte que cuando dejaste de comer para alimentarme , no fue amor. Dicen ellos, sino una tontería.)
No entenderán ellos la Revolución,
el grito de libertad.
Dirán que ya se intentó y no se pudo...
mejor no hablar de ciertas cosas,
mejor aguantarse y ver qué pasa.
(nosotros y no ellos)
Qué les importa a ellos de nosotros
o más bien, qué nos importan a nosotros ellos.
Nada, o tal vez mucho.
Por eso escribimos, nos indignamos,
por eso gritamos injusticias y luchamos.
Y si son ellos los que siempre importan
y si nosotros no importamos nada
debemos insistir con el poema
aunque sea de contrabando.
Sunday, July 02, 2006
En un principio...
Si la marioneta pretende pensar, mejor que primero tome las tijeras
19 30 hs.
Sonia busca bajo su cama ese par de zapatos. Ése. El suyo, ¿de quién sino?
Sonia está lista para salir, para ordenarse, para ser vista, faltan sólo los zapatos.
Bruno en su puesto de diarios la verá pasar como siempre, entre clarines y naciones vendidas, entre páginas solidarias con el gobierno de turno, y perfiles engañosos.
Sonia recogerá sus papeles, sus muchos papeles y sin ninguna lógica los desplegará en esta mesa, que no es mesa, que no es nada.
Bruno la extrañará esa mañana lluviosa, y hasta se olvidará un poco del partido de fútbol. Ella se habrá convertido en parte de su vida. Aunque no sea algo definido.
Sonia no sonríe hoy, Bruno no piensa.
Sonia encontró los zapatos, pero perdió algo más, quizá la inocencia, la esperanza, algo de eso.
Bruno no vende lo que Sonia necesita. Y Sonia lo necesita a Bruno.
Sonia va a ser solo esos papeles y ese par de zapatos.
Bruno va a ser una canción, un ruido.
Ya casi, pero no aún.
19 30 hs.
Sonia busca bajo su cama ese par de zapatos. Ése. El suyo, ¿de quién sino?
Sonia está lista para salir, para ordenarse, para ser vista, faltan sólo los zapatos.
Bruno en su puesto de diarios la verá pasar como siempre, entre clarines y naciones vendidas, entre páginas solidarias con el gobierno de turno, y perfiles engañosos.
Sonia recogerá sus papeles, sus muchos papeles y sin ninguna lógica los desplegará en esta mesa, que no es mesa, que no es nada.
Bruno la extrañará esa mañana lluviosa, y hasta se olvidará un poco del partido de fútbol. Ella se habrá convertido en parte de su vida. Aunque no sea algo definido.
Sonia no sonríe hoy, Bruno no piensa.
Sonia encontró los zapatos, pero perdió algo más, quizá la inocencia, la esperanza, algo de eso.
Bruno no vende lo que Sonia necesita. Y Sonia lo necesita a Bruno.
Sonia va a ser solo esos papeles y ese par de zapatos.
Bruno va a ser una canción, un ruido.
Ya casi, pero no aún.
Monday, June 19, 2006
Algo de eso
Y se fueron apagando una a una todas las luces de la casa.
Primero fue la de la cocina. Si supieran compañeros lo difícil que es cocinar a oscuras.
Luego el baño, y los cuartos.
Mi cuarto no soportó la penumbra de junio. Los vidrios mojados de lluvia y humedad. Si bien adentro no hay calor, estoy yo y es demasiado.
Ya no se puede ver nada, y la música sigue su trayecto unilineal, reproductor-aire-oído-cerebro. De esta última estación no estoy tan segura.
Canta el cantor, aunque no pueda comprenderlo.
La penumbra de afuera por ósmosis me penetra, y soy yo otra luz que se apaga.
Llorar... otra vez. ¿Ven? Todo es igual. No, ya sé que no ven. Yo tampoco veo. Quizá por eso lloro.
Ellos tienen un país, verde y lleno de vida. Ellos se lo quedaron. Y yo que los vi llevárselo, como ahora se van con mi luz, no pude hacer nada.
Gritar fue peor, y escribir, es bien difícil a oscuras.
Pero el poema sigue allí, en la cabecera de la cama, en la mesita de... ¿de qué? ¿de penumbra? en la mesa de cama.
El poema me mira inconcluso, y no me animo a abordarlo. Quiero quedarme en esta orilla sin moverme. Allá estás vos compañero, pero hoy no podré alcanzarte. Hoy tengo el miedo que ellos lograron dejarme.
El poema me mira, me invita, me exige ser escrito, y aún sólo tengo la primera estrofa y la última.
- Es suficiente- habría dicho mi madre.
Pero sé que no, que su condesendencia es amable, pero este poema no está terminado. Hay palabras allí, en el portafolio, en la carpeta gris, que escondí para no verla. Que ahora a oscuras no encuentro, pero escucho. Por eso no puedo entender al cantor. Porque las palabras se mezclan con los acordes de su guitarra, y este poema que quiere ser canción, que quiere ser, me mira desde la almohada.
Compañero, ellos se quedan con mi luz, y yo debo escribir a oscuras.
Compañero, esperáme en la otra orilla, yo iré en algún momento, cuando pueda atravesar esta nube, cuando aprenda las distancias y sin tantear paredes llegue a vos. Cuando mi oído se aguce e identifique tu voz por sobre los acordes del cantor, por entre las palabras del poema.
Cuando ordene todo este desorden y logre encender la luz, voy a cruzar corriendo este río de asfalto y me voy a parar en el mismo escalón que estás parado vos, para que gritemos juntos estas verdades.
Cuando vos existas realmente y no seas una simple necesidad de esta retórica angustiante. Cuando seas de carne y no de papel. Cuando cruce, cuando vea, cuando pueda, cuando exista... yo, vos, la luz, la verdad. Algo de eso.
Primero fue la de la cocina. Si supieran compañeros lo difícil que es cocinar a oscuras.
Luego el baño, y los cuartos.
Mi cuarto no soportó la penumbra de junio. Los vidrios mojados de lluvia y humedad. Si bien adentro no hay calor, estoy yo y es demasiado.
Ya no se puede ver nada, y la música sigue su trayecto unilineal, reproductor-aire-oído-cerebro. De esta última estación no estoy tan segura.
Canta el cantor, aunque no pueda comprenderlo.
La penumbra de afuera por ósmosis me penetra, y soy yo otra luz que se apaga.
Llorar... otra vez. ¿Ven? Todo es igual. No, ya sé que no ven. Yo tampoco veo. Quizá por eso lloro.
Ellos tienen un país, verde y lleno de vida. Ellos se lo quedaron. Y yo que los vi llevárselo, como ahora se van con mi luz, no pude hacer nada.
Gritar fue peor, y escribir, es bien difícil a oscuras.
Pero el poema sigue allí, en la cabecera de la cama, en la mesita de... ¿de qué? ¿de penumbra? en la mesa de cama.
El poema me mira inconcluso, y no me animo a abordarlo. Quiero quedarme en esta orilla sin moverme. Allá estás vos compañero, pero hoy no podré alcanzarte. Hoy tengo el miedo que ellos lograron dejarme.
El poema me mira, me invita, me exige ser escrito, y aún sólo tengo la primera estrofa y la última.
- Es suficiente- habría dicho mi madre.
Pero sé que no, que su condesendencia es amable, pero este poema no está terminado. Hay palabras allí, en el portafolio, en la carpeta gris, que escondí para no verla. Que ahora a oscuras no encuentro, pero escucho. Por eso no puedo entender al cantor. Porque las palabras se mezclan con los acordes de su guitarra, y este poema que quiere ser canción, que quiere ser, me mira desde la almohada.
Compañero, ellos se quedan con mi luz, y yo debo escribir a oscuras.
Compañero, esperáme en la otra orilla, yo iré en algún momento, cuando pueda atravesar esta nube, cuando aprenda las distancias y sin tantear paredes llegue a vos. Cuando mi oído se aguce e identifique tu voz por sobre los acordes del cantor, por entre las palabras del poema.
Cuando ordene todo este desorden y logre encender la luz, voy a cruzar corriendo este río de asfalto y me voy a parar en el mismo escalón que estás parado vos, para que gritemos juntos estas verdades.
Cuando vos existas realmente y no seas una simple necesidad de esta retórica angustiante. Cuando seas de carne y no de papel. Cuando cruce, cuando vea, cuando pueda, cuando exista... yo, vos, la luz, la verdad. Algo de eso.
Wednesday, June 14, 2006
El duelo de dejar lo que duele o dejarlo que duela
Hay algo que duele, evidentemente. Entonces las opciones.
La primera, obvia, resignarse, aguantarse estoicamente las puntadas en los riñones o en el alma y seguir silbando bajito. Respirar rápido, hasta que se pase. Porque pasa. Sana, sana. ¿Y si no pasa hoy? Pasará mañana.
Aunque a veces no soy tan valiente, a veces no soy tan paciente. Entonces me animo y dejo el dolor, renuncio a las luchas que no puedo ganar. Y eso también es difícil. Dejar el dolor, sentirse de a poco cómoda como antes. Y ya no recuerdo cómo era eso.
Animarse a ser cobarde y quedarse en casa con la estufa prendida. Porque se sabe que es solo un rato, que luego habrá que salir a mojarse con lluvias frías, sin paraguas ni techos. Y habrá más dolor, dolores nuevos y viejos. Pero este no, este ya lo habremos abandonado.
Entonces nos da un poco de lástima, casi que nos hemos acostumbrado a sentirlo, a quejarnos, a que nos duela más de noche, cuando no se escucha más que el ruido de las propias entrañas.
Hay que decidirse, por una opcion o por otra. No se puede todo en la vida.
Hoy me inclino más por la primera opción, porque la segunda la probé y aún no pasó lo que pasará mañana. Porque no puedo esperar más que me haga efecto la aspirina, porque no tengo más fuerza. Entonces dejo lo que duele, como te dejé a vos aquel otro martes lluvioso. Y si aquello o vos mismo, dejás de doler lejos mío, y si yo me entero y les creo a vos y a la falta de dolor, quizá, solo quizá me anime, atraviese el duelo y vuelva.
La primera, obvia, resignarse, aguantarse estoicamente las puntadas en los riñones o en el alma y seguir silbando bajito. Respirar rápido, hasta que se pase. Porque pasa. Sana, sana. ¿Y si no pasa hoy? Pasará mañana.
Aunque a veces no soy tan valiente, a veces no soy tan paciente. Entonces me animo y dejo el dolor, renuncio a las luchas que no puedo ganar. Y eso también es difícil. Dejar el dolor, sentirse de a poco cómoda como antes. Y ya no recuerdo cómo era eso.
Animarse a ser cobarde y quedarse en casa con la estufa prendida. Porque se sabe que es solo un rato, que luego habrá que salir a mojarse con lluvias frías, sin paraguas ni techos. Y habrá más dolor, dolores nuevos y viejos. Pero este no, este ya lo habremos abandonado.
Entonces nos da un poco de lástima, casi que nos hemos acostumbrado a sentirlo, a quejarnos, a que nos duela más de noche, cuando no se escucha más que el ruido de las propias entrañas.
Hay que decidirse, por una opcion o por otra. No se puede todo en la vida.
Hoy me inclino más por la primera opción, porque la segunda la probé y aún no pasó lo que pasará mañana. Porque no puedo esperar más que me haga efecto la aspirina, porque no tengo más fuerza. Entonces dejo lo que duele, como te dejé a vos aquel otro martes lluvioso. Y si aquello o vos mismo, dejás de doler lejos mío, y si yo me entero y les creo a vos y a la falta de dolor, quizá, solo quizá me anime, atraviese el duelo y vuelva.
Saturday, June 03, 2006
La viruela solitaria

El sol hace dos días que no está. Y mis ojos están igual que las ventanillas del colectivo. Se empañan y chorrean gotas anónimas.
Cuando no se puede mirar para afuera no hay otra que mirar para adentro.
Respirá hondo Macondo.
Y aunque Mario crea que mañana saldrá el sol en la esquina de mi casa, en la puerta sigue y seguirá lloviendo.
Si solo pudiera sentarme un ratito y llorar tranquila, sin tener que correr.
O si pudiera correr contenta sin querer llorar.
Si pudiera no querer por completo, o querer exactamente lo contrario a lo que quiero, estaría bien. Porque la puta vida solo te da lo contrario, lo opuesto, lo inverso Alicia del Espejo. Eso te da. Entonces es un ejercicio de voluntad, convencerse de lo contrario. Y no hablo de mentirse. Sino verdaderamente desear lo opuesto, a tal punto que cuando la felicidad se nos aproxime tenga sabor a frustración, a fracaso.
Y ser infeliz con el triunfo, pero triunfar limpiamente. O ni siquiera triunfar, sino estar un poquito menos sola.
Entonces me esforzaré, a pesar de la falta de sol, en querer eso mismo, o mejor dicho todo lo contrario.
Querer exactamente lo que no quiero. Pura psicología inversa.
Y en el peor de los casos, cuando llegue lo que sea que el futuro nos depare, ya no sabremos bien qué era lo mejor, qué queríamos. No tendremos más opción que conformarnos. Quizá eso sea lo que hace que tanta gente olvide sus sueños. O quizá solo sea que simplemente no duermen, porque siguen corriendo.
Saturday, May 27, 2006
Según Karlos
Decidieron que tu nombre ya no sea el que tus papis te dieron. Ese no suena bien, mejor otro, que se preste mejor a diminutivos y apodos.
En el mismo memorándum te avisaron un cambio, casi imperceptible en tu fecha de cumpleaños. Para qué cumplir en febrero si es mejor cumplir en junio. Otro signo del zodíaco no le hace mal a nadie, y es más cómodo más kitch. O como se escriba.
Tu ropa, tu rostro, tu forma de hablar, pero sobre todo el contenido. Todo lo cambiaron, de a poco, y pidiéndote permiso.
Entonces esa sensación de ajenidad cuando suceden las cosas, no es improvisada, tiene su raíz en este presente exótico que te toca vivir.
Sentada en ese tren que ya no para, sólo percibirás los carteles cuando estén demasiado cerca como para leerlos o atraparlos. Los vas a dejar ir, como a todo en tu vida. Y cuando se vayan los carteles, como se van las gentes, sentirás un pequeño vacío en el asiento contiguo, pero se pasará pronto. Habrá otras cosas en qué pensar, otras decisiones que tomar.
Y cuando te bajes del vagón en la estación equivocada, seguirás cualquier rumbo, porque evidentemente ya no vas a ningún lado. Mejor seguir entonces a la masa de gente, que tampoco tiene nombre como vos, y evidentemente también carece de tiempo. Sino no correrían un día de sol como hoy.
Ellos decidieron que no disfrutes, que no cantes bajito y menos que menos que te rías.
Ellos decidieron que lo mejor sería que te tiñieras el pelo de rubio, para disimular ese azabache que contrasta con tu piel.
Ellos sugirieron que tus ahorros en el banco estarán más cuidados, para cuando decidas sacarlos a pasear por el mundo, y se queden en Londres en algún Bread and Breakfast.
En Londres hay pan y desayunos, acá... no.
Ellos decidieron que no pienses más, ya no, llevando a Jorge Drexler al absurdo. No pienses demás, no pienses de menos, no pienses y punto. Ellos piensan por vos. Y piensan que pensás demasiado, demasiado a la izquierda como para pasar desapercibida.
Ellos finalmente, con nombre nuevo y fecha de nacimiento renovada, te dan la mano, siempre la derecha.
Y vos saludás sin entender. Lo que no entendés no es quiénes son ellos o por qué te saludan, sino más bien, a quién saludan. ¿A vos? ¿A la que eras antes de ellos? ¿A la que ellos inventaron? ¿A quién?
En el mismo memorándum te avisaron un cambio, casi imperceptible en tu fecha de cumpleaños. Para qué cumplir en febrero si es mejor cumplir en junio. Otro signo del zodíaco no le hace mal a nadie, y es más cómodo más kitch. O como se escriba.
Tu ropa, tu rostro, tu forma de hablar, pero sobre todo el contenido. Todo lo cambiaron, de a poco, y pidiéndote permiso.
Entonces esa sensación de ajenidad cuando suceden las cosas, no es improvisada, tiene su raíz en este presente exótico que te toca vivir.
Sentada en ese tren que ya no para, sólo percibirás los carteles cuando estén demasiado cerca como para leerlos o atraparlos. Los vas a dejar ir, como a todo en tu vida. Y cuando se vayan los carteles, como se van las gentes, sentirás un pequeño vacío en el asiento contiguo, pero se pasará pronto. Habrá otras cosas en qué pensar, otras decisiones que tomar.
Y cuando te bajes del vagón en la estación equivocada, seguirás cualquier rumbo, porque evidentemente ya no vas a ningún lado. Mejor seguir entonces a la masa de gente, que tampoco tiene nombre como vos, y evidentemente también carece de tiempo. Sino no correrían un día de sol como hoy.
Ellos decidieron que no disfrutes, que no cantes bajito y menos que menos que te rías.
Ellos decidieron que lo mejor sería que te tiñieras el pelo de rubio, para disimular ese azabache que contrasta con tu piel.
Ellos sugirieron que tus ahorros en el banco estarán más cuidados, para cuando decidas sacarlos a pasear por el mundo, y se queden en Londres en algún Bread and Breakfast.
En Londres hay pan y desayunos, acá... no.
Ellos decidieron que no pienses más, ya no, llevando a Jorge Drexler al absurdo. No pienses demás, no pienses de menos, no pienses y punto. Ellos piensan por vos. Y piensan que pensás demasiado, demasiado a la izquierda como para pasar desapercibida.
Ellos finalmente, con nombre nuevo y fecha de nacimiento renovada, te dan la mano, siempre la derecha.
Y vos saludás sin entender. Lo que no entendés no es quiénes son ellos o por qué te saludan, sino más bien, a quién saludan. ¿A vos? ¿A la que eras antes de ellos? ¿A la que ellos inventaron? ¿A quién?
Monday, May 15, 2006
El niño tiene sed y no hay naranjas.
Doy un pasito afuera de la cama y hace más frío de lo que pensaba. Quiero quedarme acá, para siempre. Ese siempre que son dos minutos, porque hay que levantarse, aunque no se quiera. Aunque se sepa de antemano cómo sucederá todo.
El empedrado húmedo quiere que te resbales, pero una hace malabares y no se cae, para no mojarse la ropa, para no molestar, para seguir caminando y hacer el circuito diurno rápido, lo más rápido posible, hasta volver a la cama. Para volver a dormir, y a despertarse, y a animarse al frío y a las baldosas resbaladizas y húmedas de otoño.
Nada bueno sale cuando se está tan triste, pueden salir solo lágrmitas, y a veces ni eso. A veces se llora para adentro, inundando las entrañas, tiñiendo todo de negro, vistiéndose de angustia. De adentro para afuera, como se viste la angustia.
Llorar en la cama y esperar, el tiempo que se pueda. Hacer lo cotidiano sin cuestionarse demasiado. Si pienso un poco, pienso más. Si pienso más me quedo inmóvil en esa esquina de Sucre y Crámer para siempre. Y me crecen raíces en los pies. Y el portero de la esquina se acercará a regarme. Y el agua será fría, como esta mañana, pero la necesitaré para contrarrestar la tibieza de las lágrimas que corren por dentro.
Entonces, porque nada bueno sale, mejor que salga todo, lo que sea que haya. Porque hay que limpiarse bien las orejas cuando te bañás, para escuchar mejor.
Quizá la próxima vez sea más cuidadosa y elija otro camino que me permita evadir las baldosas húmedas de mayo.
El empedrado húmedo quiere que te resbales, pero una hace malabares y no se cae, para no mojarse la ropa, para no molestar, para seguir caminando y hacer el circuito diurno rápido, lo más rápido posible, hasta volver a la cama. Para volver a dormir, y a despertarse, y a animarse al frío y a las baldosas resbaladizas y húmedas de otoño.
Nada bueno sale cuando se está tan triste, pueden salir solo lágrmitas, y a veces ni eso. A veces se llora para adentro, inundando las entrañas, tiñiendo todo de negro, vistiéndose de angustia. De adentro para afuera, como se viste la angustia.
Llorar en la cama y esperar, el tiempo que se pueda. Hacer lo cotidiano sin cuestionarse demasiado. Si pienso un poco, pienso más. Si pienso más me quedo inmóvil en esa esquina de Sucre y Crámer para siempre. Y me crecen raíces en los pies. Y el portero de la esquina se acercará a regarme. Y el agua será fría, como esta mañana, pero la necesitaré para contrarrestar la tibieza de las lágrimas que corren por dentro.
Entonces, porque nada bueno sale, mejor que salga todo, lo que sea que haya. Porque hay que limpiarse bien las orejas cuando te bañás, para escuchar mejor.
Quizá la próxima vez sea más cuidadosa y elija otro camino que me permita evadir las baldosas húmedas de mayo.
Sunday, May 14, 2006
La máquina
No recordarás nada cuando despiertes del coma. Dormiste tantos meses después del derrumbe. Toda tu casa, todo el polvillo, y ni un recuerdo.
El peso sí, eso lo sientes aún en el pecho. Pero nada más.
La máquina a la que estás conectada suena segundo tras segundo. Está bien eso, el sonido reconforta esas ruinas silenciosas, ese espacio apretado en una cama ajena.
Las frazadas son pocas pero no sientes frío. No sientes nada, solo el peso que ya pasó, y ese sonido, esa sirena varada, ese pendular constante entre una y otra orilla.
Él se quedó del otro lado, como otras veces. Pero esta vez, cuando despiertes, ya no volverás. Porque no sabrás cómo hacerlo. Y la sola idea de dejarlo para siempre esperando en esa playa te angustia y te excita. Es lo correcto.
Vos esperaste demasiado en medio del mar, es hora de volver y caminar tierra adentro. Es hora de arriesgarse y buscar otra casa. Es hora de olvidar, si eso es posible.
Uno, dos, tres.
Aquí estás de nuevo, y pronto, cuando despiertes del todo, cuando salgas de esa penumbra soñolienta, sólo ese dolor en el pecho te dará una pista de tu recorrido. Pronto cuando despiertes del todo, él allá, y vos, al lado de la máquina.
Thursday, May 04, 2006
La próxima vez...
La próxima vez que me contestes así...
La próxima vez que te vea haciendo lo mismo...
¿Terminan de algún modo estas frases? No importa mucho, ya que "la próxima vez" como sentencia tiene peso suficiente.
"¿y si lo dejamos para la próxima vez?" Me dijiste, y te creí, como me creen cuando utilizo la frase en otros contextos.
Algo en mí, sin embargo, conocía la verdad, aunque no la admitiera. Te dije que estaba bien, para no entrar en debates.
Y la próxima vez se convirtió en un pequeño proyecto, al principio. Que luego decoramos con planos azules y verdes.
Hoy los dos sabemos, porque ya no se puede ocultar más, que esa próxima vez es retórica. ¿Acaso no lo supimos siempre?
¿De qué te salva esa esperanza? ¿A qué te invita esa última oportunidad?
"Te prometo que es la última vez" ¿De qué? Dale, no te creo. Pero me callo, porque decir algo es un trabajo tan grande, que, a veces, prefiero aceptar el juego de las veces.
Como la primera vez que nos vimos, esa vez que en realidad reconstruimos luego, para narrar nuestro encuentro, para darle sentido. Sabemos que nada ocurrió tal como lo contamos, pero no sabríamos contarlo de otro modo.
Quizá todo esto tenga que ver con la infancia maravillosa plagada de hadas en un lugar de "había una vez". ¿Cuándo, Dios mío? ¿Cuándo fue esa vez?
Nunca. No, nunca no.
Siempre, sabemos que tampoco.
Alguna vez... si eso quiere decir algo.
Y si alguna vez decidís pensarme en presente, sin postergaciones ni promesas. Si alguna vez nos animamos, más yo que vos, a evitar las frases lindas. Entonces, tal vez, esa vez todo ocurra con más realidad que ahora.
Sunday, April 30, 2006
Domingo
Domingo, dormir. Todo lo que se pueda.
Domingo, esperar. ¿Qué cosa?... Igual hay tiempo.
Domingo, mirar por la ventana, aunque esté cerrada.
Domingo escuchar música, esa que no dice nada.
Domingo Faustino Sarmiento, con la espada, con la pluma y la palabra.
Saturday, April 29, 2006
Main Ideas
Las buenas intenciones que desparramaste por el suelo te hicieron tropezar cuando intentaste arrancar de nuevo la carrera que nunca deberías haber emprendido en un principio.
Conquistar una main idea puede resultar sencillo. Lo complicado es entrelazarla con las palabras que desde antes llevabas en los bolsillos, que son escasas pero tuyas.
Mirá, es simple, hablar y no decir nada, solo para saber que uno está hablando, es una necesidad comunicativa pura. Intentar decir cosas puede ser peligroso.
Sé que te arriesgarás, yo hago lo mismo, aunque los días lunes me cierren la boca. Pero de todos modos necesito advertirte lo que tantos poetas ya pensaron y dijeron.
Acabarás por comprender, como todo el mundo, que son pocos los oyentes o lectores, y que eso realmente no importa mucho, a pesar del problema ético que conlleve esta sensación. Porque lo que importa, lo que realmente importa, es enajenar esos demonios, volverlos otredades analizables, circunscriptas en palabras.
Abrir un canal que te lleve lejos de vos, nombrar lo innombrable. Dominar el silencio provocándolo por el vacío que quedará dentro tuyo cuando te liberes de esas frases que se quieren escapar.
Dejálas ir, sin presiones, y quizá hasta cambies el mundo. Solamente no lo desees con toda tu alma. Hacé lo que tengas que hacer, como se debe. Entonces, cuando mires tu vida desde afuera, cuando leas tu voz en cualquier pantalla, y te sientas vacío de esperanza, cuando hayas limpiado tu mente de todo lo que traías al empezar esta carrera, y ya no queden buenas intenciones, cuando te encuentres desnudo frente a tu verdad (todo el mundo tiene su verdad) entonces sí, vas a poder caminar sin correr ni tropezarte.
Vas a poder hablar tranquilo sin quejarte, sin pedir nada, sin palabras grandes que no proclaman novedades.
Vas a decir lo indispensable, porque te habrás deshecho de lo que sobra.
Y si te deshiciste de aquello que sí era esencial, si perdiste en el camino aquella main idea mencionada anteriormente... será una lástima.
Thursday, April 20, 2006
La necesidad del café
A veces la necesidad es imperiosa, como hoy, que incluso antes de amanecer se pronosticaba lluvia. Y la palabra pronóstico es más bien errada puesto que llovía efectivamente.
Y para el café no hubo tiempo, ni tampoco para ir caminando.
Habrá café más tarde, canta la esperanza porteña. Y muchos bolsillos se cuestionan la veracidad de esta creencia inocente.
Las palabras que se derraman en cualquier lado, y las urgencias que te atan con correas. Si no hubo tiempo para café, ¿Para qué habrá tiempo?
Habrá tiempo de sentarse en una plaza, cuando todo acabe.
Habrá tiempo de llorar, sin ninguna duda.
Habrá tiempo de mirarse, como si nunca antes... y quizá sea cierto, quizá nunca antes...
Habrá tiempo de arrepentirse por el tiempo perdido, cuando en realidad no se perdió, y eso lo sabemos ahora. El tiempo se cansó de nuestros apuros y se fue solito, sabiendo bien el camino.
Habrá tiempo, habrá tiempo.
O no lo habrá y nunca lo sabremos.
Pero mientras tanto no hay café, o sí, pero está lejos. Y la esperanza ya no te lleva a ningún lado.
Mozo un cortado, para tomar sola. Total...
Y para el café no hubo tiempo, ni tampoco para ir caminando.
Habrá café más tarde, canta la esperanza porteña. Y muchos bolsillos se cuestionan la veracidad de esta creencia inocente.
Las palabras que se derraman en cualquier lado, y las urgencias que te atan con correas. Si no hubo tiempo para café, ¿Para qué habrá tiempo?
Habrá tiempo de sentarse en una plaza, cuando todo acabe.
Habrá tiempo de llorar, sin ninguna duda.
Habrá tiempo de mirarse, como si nunca antes... y quizá sea cierto, quizá nunca antes...
Habrá tiempo de arrepentirse por el tiempo perdido, cuando en realidad no se perdió, y eso lo sabemos ahora. El tiempo se cansó de nuestros apuros y se fue solito, sabiendo bien el camino.
Habrá tiempo, habrá tiempo.
O no lo habrá y nunca lo sabremos.
Pero mientras tanto no hay café, o sí, pero está lejos. Y la esperanza ya no te lleva a ningún lado.
Mozo un cortado, para tomar sola. Total...
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