Sunday, December 31, 2006

Las reglas de la bombachita rosa (también aplicable a las navidades)

Costumbre de consumir doce pasas (preferentemente de uva) exactamente a las doce. Cuando suenen las campanadas. Y si faltan campanadas preparar previamente a un tío o sobrino con aptitudes musicales para que imite el sonido faltante.
Si bien se sabe de ciertas tribus que conservan la misma consumbre con nueces, la operación resulta más complicada. En esa tribu también se sostenía que debía pedirse un deseo por cada nuez y saltar con un solo pie mientras tanto.

No levantar el mantel hasta el día siguiente, y de ser posible no levantarlo tampoco ese día. Será mejor tirar el mantel y todo lo que haya quedado encima.

Brindar de pie, y nunca con agua. Si el padrino alcohólico en recuperación se niega, oblígueselo cuando menos a levantar la copa. Es necesario mirar a los ojos cuando se brinda, aún cuando se trate de una reunión numerosa. Si bien el rito puede demorar un buen rato, no debe descuidarse la ingesta de pasas de uva. Se recomienda que se realicen ambas operaciones al mismo tiempo, o bien coordinar la reunión en dos grupos previamente organizados que se dividan las importantes tareas.

No será necesario comprar pirotecnia, siempre el vecino tendrá suficiente para que la mera visita al balcón colme los corazones ansiosos de pólvora.

El helado cerca del ventilador no es una buena idea. Si bien ambos son necesarios debe realizarse una opción. Se recomienda considerar este momento de optar como símbolo de las opciones a considerar en el año advenidero.

Las damas se encontrarán estrenando ropa interior rosada, no será requerida una prueba fehaciente del cumplimiento de dicha norma ya que se confía en la buena voluntad de las festejantes.

El corcho de la sidra debe golpear el techo y luego alguna cabeza (evitando siempre los ojos, como con tanta otra cosa), luego de lo cual se dirá "alegría, alegría, te casás". El implicado deberá al menos simular alegría.

Reglas básicas para llamados telefónicos de Felicitaciones:

Uilizar oraciones unimembre del estilo: Felicidades, Feliz Año, Los mejores deseos, etc.

No profundizar en ninguna conversación, recuérdese que las líneas estarán ocupadas y más de uno querrá hablar con esa persona con la que ud. se encuentra hablando. Por sobre todo recuérdese que a dichas personas las vio ayer y las verá mañana.

Si la conversación amenaza con profundizar aléguese un "hay mucho ruido acá, no te puedo escuchar nada". Reitere alguna oración unimembre de las anteriores y cuelgue o pase el teléfono a algún otro desdichado familiar.


Si puede seguir al pie de la letra estas simples pautas y terminar la jornada de buen humor y con ánimos de seguir viviendo, seguramente se halle preparado para un año más. ¡Felicidades! Que tenga un próspero año.

pAPÁ NOEL

Saturday, December 30, 2006

Sonia y sus condiciones

Cambiarán las condiciones de mercado, pero Sonia se perpetúa en sus actividades rutinarias.
Esperar se convirtió en su estilo de vida. Una vida placentera, pensará Miguelito, pero bien sabe Sonia que no se trata de eso.
Bruno la mira, cómo la mira Bruno.
Bruno piensa que tal vez, cuando pase el tiempo, cuando, como dijo ella, se caiga de la mesa, rebalse la bañera y no espere el colectivo...
Sonia sabe mejor que Bruno que esto de esperar ya es puro disfraz. Que la que se fue hace un rato fue ella misma, que no volverá. Y esperar, esperarse, es algo así como negar la ausencia de sí misma, la ocupación del espacio propio por esa otra presencia ajena, desconocida, que repetirá gestos, que esbozará sonrisas, pero que no es, no es.

Sonia prende el televisor, para matar el tiempo. Pone un canal vacío, como ella, para matarlo con violencia. La imagen amarilla obstruye sus ojos, esos ojos cansados que desearía sacarse, dejarlos en la mesa de luz. Si tan solo los ojos fueran como la dentadura. Si tan solo supiera que en un par de años tendrá ojos postizos, que se sacan y se ponen, si pudiera asegurarlo. Eso esperaría.

Thursday, December 28, 2006

Las uñas en el sillón.
Quise destruir el tiempo.
Hoy no soy más que esto.

Tuesday, December 26, 2006

Proclamación (sobre el agua)

El pasado se abalanza sobre uno,
te cubre con su sombra.
Es el antes sobre tus hombros
-------------------------------- ese halo de misterio.


Por eso cuando despiertes
y tus ojos continúen así de húmedos
hazle saber a nadie
que estás presente.

Será la mala hora
la hora de la siesta
las deshoras sin tiempo
------------------------------ esa mano que te aprieta el cuello.

Por eso cuando despiertes
y tus manos conitúen así de tiesas
hazle saber a nadie
que estás ausente.

Hoy,
ese espacio inasible
ese cinturón de espinas
------------------------------ tanto dolor es un instante.

Por eso cuando despiertes
y tu cuerpo frío,
y tu boca muda,
y las palabras de otros flotando, flotando...
será mejor volver al sueño.

Sunday, December 24, 2006

La sangre del cáliz

Bebe una o dos copas de vino tinto. Las sorbe lentamente ritualizando el triste acto. El espíritu de somelier la lleva a mirarlo, hacer girar la copa. Bebe una tercera copa.

El agua del frío en su cuerpo, ¿dónde están las manos que deben quitarla?. Abrigarse con frazadas en diciembre no tiene sentido.

Bebe una cuarta copa y comienza a comprender. Aceptar lo de siempre. Será bueno poner algo de música, sufrir en silencio y ocultar el llanto. ¿Dónde están los pañuelos ahora?

Detener el tiempo y saberse así. Quizá hubiera sido mejor seguir corriendo. No pensar, no pensar, no pensar, quinta copa.

La sexta copa la beberá despacio, disfrutando el absurdo de la nueva ilusión. Tal vez sea esta la copa que la desmaye. Mira la copa e intuye que luego, que la botella vacía, que la cama desecha y con sombras, que la noche, la noche por sobre todo, por sobre ella.

Se servirá de todos modos una séptima copa, por el número bíblico, porque todo es un juego. Si hay que seguir las reglas para salir del laberinto ella se resignará a seguirlas.

La copa, esa séptima copa quedará allí, por lo menos hasta mañana, hasta que levante la mesa y sacuda las migas en el patio. Hasta que enjuague los platos y decida hacer de cuenta, como hasta ahora.

Sunday, December 17, 2006

Sonia y las alertas meteorológicas

Es un temporal, pensó Sonia esa noche. Y ella que disfruta de quedarse en esas frases ambiguas, ¿cómo si algo no lo fuera?, jugó con lo temporal.
Es como una caja de curitas, o un paty. El temporal que sirve de metáfora para mucha lluvia, viento, árboles voladores, quizá granizo pero que pasarán, pasarán y el charco quedará, se mantuvo aún con las nubes tardías de la mañana siguiente.

Sonia se quedó un rato en esa esquina. Después del primer chapuzón ya no hay más frío. En esto también pensó un rato, mientras se mojaba esperando al semáforo que no cambiaba y estaba bien, por alguna extraña razón estaba bien.
El temporal pasaría, y la lluvia de su piel con una ducha caliente se iría por las cañerías. Pero ahora esa lluvia, ese frío, ese choque de temperaturas entre su cuerpo y el agua. ¡Cuánto había necesitado esto!
Despertarse de golpe, sentirse viva. Y sufrir un poco, claro esta, ¿acaso no es eso estar viva?. Pensar, hilar los conceptos uno detras del otro, entender en el abanico de posibilidades que las elegidas, que las opciones si bien no fueron las correctas fueron las tomadas. ¿acaso hay alguna correcta?.
Sonia dibujó un mapa conceptual, unió con flechas, arriesgó nuevas hipótesis. El frío y la esquina y ese semáforo en verde.
Quedarse ahí y echar raíces. Y que nadie te vea Sonia. Sentirte así de viva y pensar, sin pensar del todo. Quizá porque en ese momento Sonia no pensaba en después, en la ducha, en la cama, en la posible pulmonía. Sí es cierto, sin querer pensaba un poco en ayer. Más bien lo presentía debajo de esa piel que con la temperatura se hacía más sensible no por las ganas de llorar que realmente ahora se le habían perdido por un rato sino por la transparencia.

La lluvia limpia Sonia, y podés correr descalza que no habrá vidrios. Y si los hay la sangre purifica y caminarás en lo sagrado y el dolor, el dolor Sonia te avisa, te grita tu existencia.
De pronto a Sonia en ese mapa conceptual se le ocurrió que todo esto sería un ritual de sanación, la última y ojalá que la última etapa del pasaje a otro estadio. Una última muerte para vivir del todo. Si acaso ella supiera cómo se hace esto fuera de la humedad.

Si lo pasado es precondición necesaria y suficiente para el presente e incentivo para el futuro, todo se resume en esa esquina, en ese semáforo en verde, en ese colectivo que se va y aunque quisieras dejarlo ir y seguir mojándote, algo de lucidez te dice que corras que no podés seguir ahí para siempre.

Y Sonia corrió, sin esforzarse demasiado. Después de todo esa esquina, esa lluvia, ese semáforo, ese colectivo urgente incluso, todo temporal. ¿Acaso algo no lo es?

Sonia se lavaría con agua la lluvia de su cuerpo, dormiría por momentos un sueño intranqulo de escaleras añejas y llenas de ruido. Sentiría en su estómago una extraña urgencia de algo que ahora, sin lluvia, sin esa lucidez temporal, no podría nombrar.

Saturday, December 09, 2006

Abandono express

Se va se va la barca, se va se va el vapor y el lunes por la mañana se va se va mi amor.

Pasos en un pasillo con baldosas en forma de rombos negros y blancos. Una oscuridad de siesta y calor húmedo.
Una muerte quizá, quizá la locura.

Golpes en la puerta, alguna palabra violenta.

Una foto en algún lado, una carta rota y pegada con cinta escocesa.

Recuerdos desordenados, algunos perdidos.

La posibilidad, la espera, el verano húmedo y caluroso, muchas siestas.

Atarse los cordones, tener un poco de asma, comprarse un corpiño que combine con la bombacha que se lleva puesta.

La casa en venta, la casa vendida. La plata en el banco o en ningún sitio.
Las inseguridades, los miedos, las siestas húmedas ya sin posibilidades ni certezas.

Las manos que transpiran no pueden abrazar.

Tuesday, December 05, 2006

Lecciones Folk II

Fin de año es una fecha apta para hacer balances, para revisar los talentos con los que uno se encuentra para cultivarlos como corresponde el año entrante.
Johnny tímido entró en el salón de actos atiborrado de padres y docentes agitadas. Se sentó entre la multitud del público donde le indicaron. Como le indicaron guardó las figuritas y cerró la boca.
Cuando Johnny vio aparecer a la Profesora dueña del micrófono supo que algo traía entre sus manos, lo intuyó desde las tripas, desde el recuerdo embrionario de algo que ocurrió y que no se debe nombrar.
Qué se levante el telón, que suenen las campanas, que el show comienza aquí para alegría de todos.
Estar en medio del público de algún modo a Johnny le resultaba relajante, aplaudir si se quiere, bostezar a escondidas, descansar, sobre todo eso. Pero esa sensación en las tripas, esa intuición, esa señora con micrófono... algo habría de ocurrir.

Los números se sucedieron unos a otro sin la menor alteración del ritmo programado. No fue hasta el final que el mundo se desdibujó entre el absurdo y la angustia.
Poco a poco los ventiladores resultaron insuficientes para tanta madre embarazada, para tanto brazo levantado que florecía en cámara digital. Y habrá sido a causa del calor, del embotamiento, que el último aplauso previo resultó casi gelatinoso.

Demás está decir que el anuncio del repertorio musical fue insuficiente, que la sensación en las tripas aumentaba a medida que el telón se descorría una vez más.
Era el gran final, el broche de oro. Y ese terror visceral poco a poco cobraba forma.
Primero se vieron los pies, las medias rojas sobre la alfombra del escenario. La pollera, la camisa, el rostro pálido y temeroso, el bonete rojo y el pompón blanco.
Solita con el micrófono, sonaba la música...
El jazz navideño, I wish U a Merry.... I wish U a Merry...

La niña movía los labios pero ningún sonido salía de su boca. El jazz continuaba y la señora del micrófono decidió cambiar el instrumento. Pero la voz de la niña seguía sin aparecer.
La gente en el público comenzó a dudar, a cuestionarse, Johnny entre ellos. Buscaron la voz de la niña navideña debajo de los asientos, en cada rincón. La señora del micrófono sólo repetía que no era un problema técnico.
La voz desaparecida no fue problema para las fotografías maternas, para los flashes.
La posteridad se encargaría de desmentir el silencio.

La niña continuó cantando en silencio hasta que terminó la pista y la señora del micrófono inició el fortísimo aplauso.
Johnny dudó por un instante pero enseguida comenzó a aplaudir.
Será mejor aplaudir, aplaudir lo más que se pueda. Será mejor hacer de cuenta que aquí no ha pasado nada. Aplaudir, apagar el ventilador, y volver al aula.

Thursday, November 30, 2006

Palabras palabras palabras

Across my little world, across my page without sense.
I have one wish hidden in my pocket, I won´t show it to anyone, not yet.

Pipo Pescador resultó ser un poeta, un filósofo, y yo acá sentada perdiendo el tiempo.

Oíd mortales Oh inmortales.

Saturday, November 25, 2006

Dammus Nostra.

Hacía tanto que no tenía tiempo para soñar. Parece poético, pero no lo es. Dormí bien esa noche. Bien, sí es metafórico. El tiempo permitió la profecía, y la sensación en el cuerpo de mensaje oculto es tan difícil de borrar.
Cuando se tiene percepción en el sueño de que se trata de un sueño pueden suceder dos cosas, o bien que se intente burlar las dimensiones de lo posible en esa realidad alternativa que no existe de verdad (posición lúdica) o bien que se presienta un mensaje oculto en aquello que se ve, que se lee, que se siente. Y he ahí la profecía.
"Esto es un sueño", me dije. Y no podía dejar de leer esas palabras inconexas, de como sin pero después...
El vacío al despertar me hizo intuir. Intuir y nada más. No intuí nada, solamente intuí. Sensación de algo más y todo serán señales. El día nublado, el libro abierto al azar, el título que no recuerdo. Ya no se puede distinguir con claridad qué ocurrió durante la noche y durante el día. Porque sería incorrecto decir qué ocurrió en el sueño y en la vigilia. Mi sueño y mi vigilia tienen tanto en común.

La víspera, siempre la víspera. Y será lo que dijeron durante la cena, será el calor de ayer, será Valeria Britos y sus problemas de pareja. O serán deseos Freudianos reprimidos, y hay tantos sin reprimir pero igualmente insatisfechos que para qué enumerarlos siquiera. O será simplemente profecía, y esta sensación de destrucción latente no es absurda. Por eso me quedo parada como otras veces en la cocina, atónita ante el viento que atraviesa el lavadero. Limpio el mate como autómata y percibo esa otra presencia a mi espalda. El infinito susurrando como lo hiciera antes el asco. Infinito y asco no son tan distintos.

Es que hace tanto tiempo que no tengo tiempo. Y ahora tengo que llorar todo lo que antes no pude. No te sorprendas, no te asustes. A veces es necesario caer.
Y a quién le hablo, Y quién me lee.
¿Necesito ver para creer? ¿Necesito acaso ser leída para escribir?
Hay esa angustia, si se le quiere poner palabras y de hecho cuando se escribe se intenta eso, que clama por ser mutua. Por encontrar sensibilidades similares que comprendan las palabras perdidas, los punto y coma y como todos se escondieron ¿quién se embroma?

Esto se asemeja a un discurso o a una despedida. Parece ser todo así últimamente. Y creo que es por ese sueño, si se quiere llamar de algún modo.

Las palabras del infinito que son susurradas en el oído en esta cocina azul oscura son verbos en futuro. Ese futuro impreciso y esos tiempos compuestos. En estos tiempos compuestos se quiere lo simple, quiero lo simple.
Por eso ahora resulta lógico haberte creido aquello del te quiero, era casi cotidiano. Y sé que te escribo a vos, y también sé que es una lástima, porque me dejaste bien en claro que te aburrís de leer. También sé que quizá por eso mismo es que te escribo a vos, porque sé que no me leés. (sé que te espero, que te miro, que te quiero incluso porque...idem).

Entonces esto es como una carta sin destinatario, qué cursi. Qué asco que me doy. Estoy triste y le doy vueltas al llanto. Algo de esta profecía me obliga a buscar mejores razones, o cuando menos más nuevas, para llorar con el debido respeto. Mejores razones que esas ausencias acumuladas en el fondo de un placar angosto y móvil.

Sé como va a seguir todo esto, y uso un presente perifrásico (¿se llamaba así?) para evitar el futuro apocalíptico. Voy a quedarme en casa, quizá incluso alquile un video europeo sin duda para llegar al colmo del cliché, para justificar el agua ocular mejilla hombro derecho almohada. Voy a dormir diez u once horas, y a soñar quizá algo parecido. Voy a despertarme mañana en domingo funesto, a intentar sobrevivir.
Saber que mañana va a ser peor parece un consuelo. I will survive. I should survive.

Wednesday, November 22, 2006

Té de hierbas.

Dios sabe qué hierbas tenía ese té... Digestivo estoy segura que no era ya que la náusea, digo yo, no es parte de la digestión.

"Disculpe Señorita, le hago una pregunta, por ahí se va un poco de lo que estamos hablando pero me podría decir exactamente cuándo, dónde y qué es el Comunismo"
"Y sí, se va de lo que estamos hablando, te lo explico otro día"

Causas de orgullo:

Sobrevivir un año agitado.
No sentirse sola en noviembre, si bien no se está acompañada.
Ser argentina un día cómo hoy que el mundo nos nombra... inventamos el dulce de leche, la birome, el colectivo y fuimos los únicos que le robamos la cartera a la hija de Bush. (nótese el plural del sentimiento nacional)
Haberse probado esa pollera rosa chicle bazooka para entender que parecíamos una muñeca de torta.
Saber hacer un chiste apropiado cuando todos están en silencio.
Sonreír como los chinos pero sin entrecerrar los ojos.


Cosas pendientes:

Tener equilibrio y no caerme (Cómo quisiera que sea sólo metafórico).
No sonreír como los chinos cuando no quiero.
Organizar el año para que no se me agite, ni termine con asma.
No sentirme sola en noviembre, y que sea literal.
Ser argentina por algo que haga yo, inventar una birome con la cara de la hija de Bush en el momento del robo, quizá sea esa la forma.

El té ya se enfrió en la mesa y por suerte dejé de tomarlo. Ya no tengo tanto asco. De vez en cuando se percibe sobre el hombro el suspiro lejano, algo que está detrás y no puede verse.
Los ojos en derredor ya no dicen nada, no hay mucho que mirar. La posibilidad imposible que se sostenía entre los dedos se dejó caer hace tiempo. ¡Cuán libre he podido caminar!
Entiendo tanto ahora, tanto.
Vos fuiste algo tan hermoso que me dejaste llena de angustia. Este té me lo explica. Fuiste como las hierbas que no puedo describir, que necesité tomarte, a pesar de la náusea. Y luego vomité, claro. O no, no estoy segura. Eso habría sido más rápido. Más bien te metabolicé y te fui excretando bien de a poco. Hay que correr y transpirarte, hay que purgarse para eliminarte, o hay que dejar pasar el tiempo.
El tiempo pasó y vos con él. Y yo ya sin angustia pero con otra cosa, que si bien conozco mejor no puedo describirla.
Se dice vacío, se dice soledad, pero son afirmaciones, y esto acá es la negación completa, el no.
Yo con el no. Yo con él no. (esto me da un poco de risa)

Ahora pienso que debería haberle dedicado más tiempo en la clase a la pregunta del niño.

Saturday, November 11, 2006

Asfalto

Llegaron temprano, aún no amanecía. La calle estaba desierta, muda. Había un halo de humedad que acariciaba los hombros desnudos de ella que llevaba musculosa, esa musculosa amarilla que nunca le había gustado. Los hombros de él estaban cubiertos, por tanto no percibían la humedad. Él llevaba saco y corbata, quería estar preparado para cuando sucediera.

Caminaron tranquilos uno junto al otro, sin hablar, sin darse la mano, sin mirarse. Ya todo estaba dicho.
Los dos sabían cuál era el sitio convenido, ésa era la calle, no podía ser otra.

Pronto saldría el sol y la humedad se evaporaría. Para cuando ese trozo de asfalto en el que se pararon se iluminase por completo, ya todo estaría consumado.
Al llegar a la esquina bajaron el cordón por la senda peatonal, caminaron sin respirar hasta el punto medio perfectamente calculado, y esperaron.

Él decidió que cuando ocurriera estaría con los ojos cerrados, no quería saber el color del auto, quería imaginarlo azul, quería que fuera un ford, quería que fuese un hombre el que condujera, quería no llegar a escuchar la sirena de la ambulancia.

Ella esperaba con los ojos abiertos mirando la punta de su zapato. Cuando ocurriera levantaría la mirada. Ella siempre quiso saber, siempre.

En cualquier momento la ciudad iba a despertar y a comenzar su movimiento. Tal vez los primeros coches los esquivasen, y alguno les dedicara una sonora puteada, igual había que seguir ahí.

Pasó un canillita en bicicleta y se detuvo junto a ellos.

- ¿Qué esperan?

- Que nos atropellen.

El canillita pensó que estaban locos y se asustó un poco.

La gente se fue juntando cerca de ellos pero sin dejar las veredas, sin pisar el asfalto. Sin quererlo, ese río oscuro se fue convirtiendo en su terreno privado.
Los autos que llegaban reducían la velocidad al ver a la gente reunida y rodeaban a la pareja sin rasguñarlos siquiera.

Ya había amanecido del todo y la policía dispuso un cordón para proteger a los periodistas que no preguntaban nada y afirmaban mucho frente a sus cámaras. Los autos ya no pasaron más.
ÉL abrió los ojos y ella lloró un poco.

Anocheció y la gente se fue aburrida a su casa. Ellos también. Quizá si hubiesen elegido otra calle habría sido diferente.

Monday, November 06, 2006

Rococó break

Sobrevendrá finalmente el tiempo de la tormenta. Las deshoras acuciantes y la espiral infinita.
Escribir con pluma te obliga al barroco. Alogo trágico hay en la fluidez de la tinta.
Si te encuentran escribiendo no se sorprenderán. Es legítimo escribir, sostener en las manos la pluma y la mano misma sostenida por el papel. Este a su vez es sostenido or la mesa. Y así el piso hasta la eternidad sustantiva sin chiva que se obstina en esconderse allí.

Alcanzarán las palabras ese espacio inseguro de verborragia sin límites. La forma por la forma misma ¿y el contenido? Es algo tan gris, tan nauseabundo, que mejor no nombrarlo siquiera. Menos tocarlo. Lo de adentro, adentro corazón de melón.

Se hace tarde ahora, aún sin tiempo. Y no quiero que te quedes mirándome sin comprender. Lo inaudito debe aceptarse como es dado, sin recaudos. Habrá tiempo mañana para lamentarse, para notar la tinta en la mano e intuir que algo fue dicho.
Ahora descansemos amor, por el cansancio futuro. Ahora disfrutemos de este último sol que casi se apaga, ahora resignémonos a lo efímero, que mañana será el lugar del para siempre.

Y contar los minutos que ahora se escapan, que mañana se estancan, que ayer ya no existen.
Un abrazo estaría bien, tal vez también un beso...
Sino habrá sustratos oníricos aptos para celíacos.
Ahora descansemos sin tinta.

Friday, November 03, 2006

Lecciones Folk

La maestra de música desafiando al absurdo enseñó ese malambo al alumno ausente. No se lo enseñó a su vuelta, sino el mismísimo día de su falta.
Era conmovedora su dedicación, lo recuerdo como si lo estuviera viendo. Sus brazos desplegados y su dedos chasqueando el ritmo.
Después vendrían la zamba y el escondido, pero ahora era tiempo de malambo. Los niños la miraban sin comprender, sin cuestionarse siquiera ese arrebato psicótico. Johnny aprendería muy bien el paso porque su maestra se lo estaba enseñando como debía. Johnny estaba más callado que de costumbre, quizá porque no estaba. Pero esto no debemos decirlo más, que no se entere la maestra, que no salga de su posesión musical.
¿Acaso no es esto el folklore? La desvinculación pasado-presente-futuro, o más bien todo lo contrario. Mañana cuando venga Johnny ya sabrá los pasos, o deberá saberlos, porque le fueron enseñados hoy, aunque no estuviera.

Dará la media vuelta, Dará la vuelta entera, y la paloma blanca o cuadrillé, que voló hace rato, espera desesperadamente el sentido de esta ronda.

Johnny, ¡baila así!Sigue bailando Johnny hasta tu vuelta. No te canses de ensayar aunque quizá desde la cama, o dondequiera que te encuentres ahora, no puedas presentir tus avances. Tu maestra que te conoce, que está tan pendiente de vos hasta cuando faltas, sabe que hoy, justamente hoy, lo estás haciendo muy bien.

Termina la cinta, salta el cassette y es probable que alguien la rebobine, para volver a empezar, para ensayar una vez más con ese espacio vacío. Johnny, Johnny, no te asustes.

Saturday, October 21, 2006

Sonia y la memoria

Algo ocurrió esa tarde, algo colapsó frente a sus ojos. Y Sonia pudo ver todo más claro, más claro.
El peso sobre sus hombros, ¿dónde había quedado? Y aceptó todo el dolor como una precondición en letra pequeña.
Esto le permitió recordar, casi sin proponérselo, y todas esas imágenes se fueron disponiendo pacientemente ante ella, sobre ella. Una por una, sin apretujones innecesarios.
El viaje en colectivo sería lo suficientemente largo como para concluir ese otro viaje.
Entoces se acordó de todo. No, no fue Sonia quien se acordó. Fue alguien más, quizá yo, quizá la circunstancia. El recuerdo era activo por sí mismo, y ella era quien lo recibía. Lo observaba, lo escuchaba, lo olía y tantas otras cosas más.
Ahora que intento poner palabras a esta situación por la que pasó Sonia ayer, todo lo ocurrido, ese colapso primero, se asemeja a la cañería de una pileta (Lavabo diría mi amiga de España)que tapada por meses y meses, por cambio en las presiones de los platos puestos por encima, o del agua misma que sale de la canilla, se destapa. Y todo en sus ojos colapsó con la misma fuerza, con el mismo sentimiento después de la impotencia. Alguna vez me dijeron que esto ocurre con las operaciones de Glaucoma, no sabría asegurarlo, luego supe que todo fue mala praxis.
Pero el colapso de Sonia fue tan grato, tan de repente, que por un momento no había que nombrarlo, no había que seguir. Y el colectivo frente a la barrera baja lo permitía.
Luego el recuerdo visual y patente. Todos sus amores, esos otros que terminaron bien quizá porque nunca comenzaron realmente. Las obsesiones adolescentes, los deseos más carnales, la fraternidad que transforma el vínculo, y Bruno, claro.
Bruno pertenecía a un orden distinto y la única razón por la cual fue evocado en esa lista imperfecta de imágenes sensoriales (¿es posible que exista otra clase de imágenes?) residía en lo inconcluso. Y lo inconcluso que es también impotencia, como la de la cañería tapada, es posibilidad. "Siempre existe la posibilidad, lejana, pero no imposible, de otro modo no sería una posibilidad", decía la maga cuentista, y detrás ella la música y el cuerpo.
Bruno y esa sensación de infancia, esa sensación ambigua de eternidad construida. Ese candor. Bruno, y quererlo porque sí, por el placer simple que implica querer a alguien. Y no intentar siquiera transformar nada, destapar la cañería, porque Bruno...
Sonia dejó caer lágrimas frías aún sonriendo. Y fue raro, porque justamente esto que no puede explicar es lo único que entiende.
Sonia fue escrita tantas veces en situaciones diversas, Sonia ya está completa de punta a punta, con café de por medio, con boinas y cigarrillos de Bruno, que ahora por las leyes no van a ser en el café.
Pero liberarte Sonia, hacerte ajena, es tan difícil. Es someterte al juicio, pero sobre todo, abandonar a Bruno. Por eso es que no puedo, porque Bruno...
Y Sonia asiente, comprende. En su mutismo sabe que mis manos expresan lo que ella no puede. Y Bruno...
Bruno está, ¿acaso no es eso suficiente?
Sonia tocó el timbre y el colectivo se detuvo. Bajó, caminó y se hundió en el papel que luego guardé en mi bolsillo.

Saturday, October 14, 2006

Fiebre de sábado a la tarde

El agua en la pava para el mate hervía. La dejé hervir un rato largo. Quizá cuando llegue ya no quede agua. Y deba poner de nuevo el agua en la pava. Abrir la canilla, dejarla correr, dejarla correr.

Ya escribí estas palabras pero el agua no hervía, sino todo lo contrario. Y entonces había ciervos mirando, persianas, y vecinas. Pero ahora el agua hierve y de pronto la cocina está demasiado lejos.
Creo que tengo fiebre, es posible que tenga fiebre, y me quedaré en cama, esperando curarme para el martes, cuanto antes, para el deber que es deber y no espera.
Me curaré como sea, pero hoy el agua hierve y me voy a la cama. Me tapo con el acolchado aunque no haga frío.
Quiero jugar con rompecabezas, quiero que mamá me compre la revista billiken o anteojito, o mejor, chiquicosmik. Quiero mirar dibujos animados y no reirme, porque no puedo.

Y ahí estaban los ciervos mirando, mirando. Y yo cebaba mate frío, pero ahora el agua hierve y si cebo así el mate se va a quemar la yerba.
Mejor empezar de nuevo, tirar lo que quede del agua y volver a encender la hornalla. Mejor ni siquiera apagarla y llenar rápido la pava con agua nueva. Agua nueva.

Y ahí en el fondo hay dos o tres ideas, que tendrán su tiempo de espera prudencial. Ahí en el fondo hay dos o tres deseos que quizá nunca se verbalicen. Alguien podría pensar que no verbalizar los deseos es la única forma de que se cumplan. (no lo digas que sino no se cumplen) ¿o es al revés?
El deseo existe igual aunque no se diga, y se irá evaporando de a poco, hasta que no exista más.

Entonces mejor ir a la cocina de una vez por todas y llenar de nuevo la pava. Empezar a esperar nuevamente, hasta el momento justo antes de que hierva, cuando aún se pueda cebar el mate, cuando se pueda.

La espera, el mate, la pava, el agua que hierve, el deseo... ahora que veo todo escrito noto el lazo semántico mucho más claro. Pero entonces vuelvo a eso que fue escrito antes, a los ciervos, y al helecho, y no logro comprender qué relación existe. No logro entender qué pueden tener en común un montón de ciervos que miran, un mate frío y un helecho seco. De todos modos la sensación es la misma, me voy a la cama a dormir la fiebre.

Thursday, October 05, 2006

Clasificado

Voy a alquilar un rincón
para vivir tranquila.
Para despertarme cuando quiera
y rodar por el piso.
Para plantar flores secas
y recolectar postales.
Para pintar las paredes
siempre de un color distinto.

Voy a alquilar un rincón
que no quiera nadie
para que nadie me lo pelee
y que sea solo mío.
Para compartir cuando quiera
si es que alguien quiere hacerlo.

Iba a alquilar un rincón
con todas esas características
con ventanas redondas
y cortinas desteñidas.
Pero mejor no
son tantos los riesgos.

De que venga fallado
humedecido en los cimientos
de que venga habitado
con presencias inalterables y ajenas
de que venga diferente
a como lo imaginaba.

Iba a alquilar un rincón
pero mejor no alquilo nada.

Sunday, October 01, 2006

Cuarto menguante

Había sol sobre la vereda y baldosas fijas. Había árboles floridos, y ácaros amenazando. Habían peatones apurados y tareas por cumplir. Había carteras repletas de papeles y un cuento viejo escondido en un cuaderno cerrado. Había un calendario que insinuaba que ya un año, ufff ¿ya?. Sí, mejor, mejor. Ya pasó y sana sana colita de rana, que si no sanó ayer sanará mañana.

Los pasos presurosos sonaban tacón-baldosa-tacón-asfalto. El semáforó, el colectivo repleto, los niños angustiados y la mediación necesaria. El semáforo, el colectivo repleto, y la clase, la otra de pasividad exagerada, de palabras flotantes y dibujos desgraciados. El semáforo, el colectivo y ya no había sol en ninguna vereda.

La luna recontra menguante se colgó de los árboles, se escondía, y mis ojos cansados llenos de polen la buscaron a pesar de la tortícolis.

El semáforo, el colectivo ahora vacío, no pensar, no pensar. Tan cerca, tan lejos que creí verte entre un grupo de gente. Creí, pensé, dudé... entonces lo supe.
Volví a casa, algo consternada, volví a mirar el calendario. ¿Un año ya?. La duda era una certeza inesperada, ya no te recordaba. No podría distinguir tu cara en ninguna multitud, no identificaría tu voz en el teléfono.
Me abrazó una angustia tranquila, rara. Ya no era menester olvidarte, porque ya había sucedido, incluso a pesar mío.

Y te busqué igual, algo enojada con mi humanidad, y solo encontré retazos de algo que tuvo sentido, papeles borroneados, mezclados con otros olvidos. Los aromas, los sonidos, las palabras... si bien aún mi piel guarda registro, no podría estar segura, no podría parar a saludarte. Por eso seguí caminando, hasta casa, por la vereda de luna menguada. Habría estado bien, sería poético, que lloviera, pero no. Las baldosas secas y el semáforo implacable, y mi memoria humedecida, y esta angustia tibia, este duelo consumado, esta sensación de conclusión, de confusión.

Ahora presiento que entre el recuerdo y el olvido no hay mucha distancia. Que se olvida tanto en el acto mismo del recuerdo. Que se recuerda tanto de lo que se creía olvidado. Que lo que guardo en mí de vos, es más bien una creación mía, por eso no podría saludarte. Si no fueras vos, moriría de vergüenza.

Sunday, September 17, 2006

Sonia, las palabras y el tiempo

Si entrecierro los ojos puedo ver el día a través de mi persiana. La que llevo a cuestas.
Freud necesitaba cocaína para escribir y yo necesito ganas.
Tiempo... también. Pero otro tiempo.
Sobreviene el deseo de llenarme de actividades para tener excusas ordenadas para no querer hacer nada y estar en mi legítimo derecho de no querer.

Los desaparecidos que forman parte de nuestra memoria colectiva están más presentes que yo.

Él tiene nostalgia y yo ya ni eso.

De todos modos si me cruzo de vereda y me miro sin violencia veo como todo se mueve. Lento, pero se mueve.
Al paso que voy ya es claro que no voy a llegar muy lejos, que por más que la apure, la muerte va a sorprenderme cuando duerma y crea que ya no es necesario morir, que la vida, la vida...

Alcanzar la palabra antes de la palabra. El símbolo puro, la transferencia total, completa y fiel de esa otra realidad, que es única en cierto modo porque es propia.

Jugar con las palabras de este lado no es más que adecuarse a esas reglas que otros prefijaron y si bien los límites pueden empujarse, salir es imposible.

Imágenes sueltas dado que como se dijo "la imagen precede al lenguaje y procede de la percepción". Pero nunca fui buena para dibujar. Entonces es difícil. Y a mí, que lo difícil me aburre, que aborrezco lo que me cuesta y aún así es lo único que sigo intentando, hoy no voy a dibujar.

Abrir cualquier libro y leer dos o tres renglones. Luego podré doblar el borde de la página a falta de señalador. ¿Cuándo te enseñó tu mamá a hecer eso? Y estar segura de que fue ella porque ella lo sigue haciendo. Y aunque vos no lo hagas más y prefieras señaladores vistosos y significativos te acordás de que en algún impreciso momento te fue enseñado. Y detrás de ese nimio recuerdo la soledad infinita que te carcome los huesos.

Tristemente Sonia llegó a casa, mucho más tarde de lo que suponía. Y esa súbita necesidad de escribir se apoderó de ella sin hacer caso del cansancio. Entonces no es tiempo ni ganas lo que se necesita, sino un deseo irrefrenable, que supere la conciencia, que tome el lápiz por su propia cuenta y no perciba el yo del escribiente.

"Mentirosa no" había dicho Sonia, y se retiró ofendida. Había dos o tres palabritas que no permitía pronunciar. Y aquellas copas dejaron salir la angustia, como venía ocurriendo religiosamente.
Amanece afuera y es domingo. Sonia dormirá hasta el mediodía y si Dios quiere un poco más. Siente la necesidad imperiosa de fumar un cigarrillo pero no se puede y mejor dormir.

Saturday, September 09, 2006

Metablog

Mostrarse, ocultarse. Mirarse, de eso ya se ha hablado tanto. Ya dije del espejo, de la piel sin caricias, de los bordes y del llanto. Ya dije del perro fantasmagórico que corre sin correa y que se aleja porque lo quiero lejos para no extrañarlo. Ya dije de los ojos que miran impares y del asco que sopla y sopla. Ya dije... ya dije.
En este espacio se escribe en se. ¿Vieron? Una se escribe. Uno se dice. Tercera persona absurda inexistente, retóricamente necesaria para validar un discurso cotidiano y misterioso.
Cuasi diario íntimo, ficción barata, arte arte arte (no Martha Minujín, no llores).
Un botón y a la deriva, alguien va a leerte, no sabrás quién és, no no, es mejor así.
Te miran, te ven, saben de tu pena, pero no existen, y vos tampoco, es lindo el juego.
Y allá la vida, en primera persona. Y cuesta tanto decidirse en qué etapa anclar, con qué obsesión quedarse para siempe, o bien el escenario, o bien la colección de figuritas. Y yo que no me decido, me quedo con las dos, y las voy alternando.

Lo que comenzó como una investigación, porque así es como comienza tanto, se va alejando del (se) y se acerca a mí con un vértigo peligroso. No quiero mostrarte mis bombachas sucias, no quiero. No quiero decirte nada verdadero. Y te he dicho tantas cosas.
¿Hay alguien ahí de cualquier modo?
Había una película, una de tantas, década del ochenta, las computadoras de ese entonces, que acá no existían, y yo muy chica que miraba la película que era más que de ciencia ficción por la carencia tecnológica en el mercado local. Bien, me fui por las ramas, la película no sé de qué se trataba, pero estaba esta escena, del niño que comenzaba a conversar con un extraterrestre. Pantalla negra, cursor verde... inaudito.
Y estaba ahí, la comunicación, el arte verbal. La estúpida necesidad de encontrar bien lejos ese igual que nos comprenda. Porque acá cerca no encontramos nada. Ojo, todo es metafísico no vaya ud. a creer que estoy psicoanalizándome, que aquí no hablo de familia, ni de nada.
Esa diarrea verbal, esa bulimia literaria.
Necesito leer, y leer, para enseguida escribir y escribir. Y si no puedo, como en estos días, me fuerzo, me meto los dedos en la garganta y vomito letritas en el teclado. ¿Me invitaría Mirtha Legrand a almorzar con ella? aYY la quiero tanto a Mirtha.

La tele, la computadora, la náusea.
Mostrarse, cubrirse las tetas, querer que te miren y correr bien lejos para que no te vea nadie.

Estoy arisca como un gato que no encuentra su sillón. La cueva de cartón guarda los textos del tiempo. Y ya vendrá la primavera a resucitar nuestras más temidas alergias.
Ser surrealista no te asegura comprender lo incomprensible. Dejar hacer, dejar pasar.
Vuelvo entonces a esa poesía, a ese libro que ya leí, vuelvo a los lugares que conozco para empezar de nuevo. Y no reviso lo que escribo porque no tengo ganas, porque vomité y es bien feo, pero nadie me mira.

Saturday, August 19, 2006

Big Men

Desnudarse para escribir o antes de escribir, o al escribir...la diferencia es el frío. Pero si se conservan las zapatillas y las medias quizá es distinto.
Hay algo que no está bien que no es el cuerpo. ¿Será el alma? Esa entidad ontológica intangible, ¿cómo someterla al proceso histórico que cambia todas las cosas?.
Lo que subyace en el living queridos míos, no es más que un sistema de palabras, todas francesas pero sin revolución. Y llamarlos aquí a esos Big men es un recurso para sentirme menos sola, y aunque sea un poquito respaldada por la utopía intelectual de un materialismo estructuralista que si bien fracasó es tan prolijo, tan ecléctico, tan encuentro de tantos otros Big men que dijeron tantas otras cosas desde un sufrimiento sartreano similar.
Si dijera a la noche, embebida de susto: "hay algo en mí que te aleja y te extraño tanto. A vos que tuviste nombre y piel. Mañana va a ser lo mismo, por más tiempo que dedique a soñar." estaría repitiendo frases usadas, vencidas. Y hoy que ya es mañana, porque el ayer fue constituido con papeles de colores me pregunto si quedaré desnuda al desatar los cordones de mis zapatillas.
Lo literal, lo literal, antes que esta catastrófica angustia.

También se ha dicho que mañana (por hoy) con las uñas rojas si es que la vida me alcanza o me atrapa, todo aquello puede suceder.
Hay tanto adentro que no quiere mencionarse.
Hay una ironía en una bandeja esperando ser descubierta.
Hay un sapo en un estómago que quiere convidar algo que perdió hace rato. ¿Qué será?
Y yo que estoy a mitad de camino hacia ningún lado, sé que esa última frase solapada dice más que las otras.

Sunday, August 06, 2006

Mi olvido de vos

Si me hablan de vos mejor me tapo las orejas. Y escucho igual, entre los dedos.
Si me hablan de vos mejor pensar en otra cosa, y no recordarte, porque sino...
Si me hablan de vos mejor pido silencio, o cambio de tema, aún deseando que te sigan nombrando, por lo menos ellos que sí pueden hacerlo, sin esta angustia que ya no es ni nostalgia ni bronca, ni soledad, es otra cosa.

Si hablo de vos, probablemente diga insensateces, como siempre. Probablemente no pueda ordenar mis pensamientos y los deje salir sin pasteurización.
Si hablo de vos es porque fui obligada a dejarte salir del bolsillo izquierdo, y ahí sobre la mesa me reclamás algo que no comprendo. O yo te reclamo y no comprendo por qué.

Si pienso en vos, por sobre el bullicio y las tareas cotidianas es porque estoy bien jodida. Y ya debiera admitir que no te pude olvidar por más esfuerzo que puse. Yo, que todo con dolor lo alcanzo, aunque sea solo a arañazos, no puedo alcanzar tu olvido. O mi olvido de vos, que es bien distinto.
O quizá lo que no puedo alcanzar es a vos. Y repito, entonces, estoy bien jodida.

Friday, August 04, 2006

Dos arrugas y un lunar

Las manos arrugadas sobre el bandoneón me recordaron a mi abuelo. Que si bien fue el padre de mi madre, es completamente otro.

Mi abuelo, que me enseñó a escribir, y ahorrar dinero. Que me enseñó a jugar a las cartas, y a querer ganar siempre. Que se fue antes de irse, cuando se enfermó tanto y ya no era el mismo. Que cuando se fue del todo, era aún muy temprano para que yo aceptara la vida sin él.

El bandoneón siempre estuvo ahí escondido, guardado en una caja, bien alto, para que los pequeños no lo agarráramos. Y recuerdo aquella vez, que en mi memoria hoy son como mil veces, que el instrumento fue desempolvado, y sonó, raro, en mis manos, cuidadas por todos, para que no lo rompa.
Era pequeña, y mi abuelo muy grande, aún estaba sano, pero el bandoneón no lo tocaba.

Sé de él cosas que fueron contando, de la orquesta, de su relación con el tango. Lo sé porque lo escuché a él, poco, porque escuché a mis parientes, un poco más, y porque lo inventé yo, mucho, en el afán de completar una historia necesaria para dar soporte a lo mucho que lo extraño, no tanto por lo que fue en realidad sino por lo que significó en mi vida. (Sí, esta maldición de poder analizar todo, pero aún no controlar lo que se siente)

Entonces hoy el tango en la tele es una inevitable lágrima. Quizá porque me desperté triste, quizá porque tengo más frío del que hace, quizá porque debiera haber seguido durmiendo un rato más, pero las frazadas ya se habían caído y...
Yo soy un poco como el tango, una nostalgia de algo que no fui (diría un amigo mío) un canto al mar y al smog de Buenos Aires. Yo llevo a veces ese bandoneón en la caja, esa incertidumbre, que es certeza de que toda la música se esconde allá arriba, y lo prueban las manos arrugadas y llenas de manchas.
Allá en el frente la vida es un camino, en el cual te aguarda la estación de chocolate, de vejez y temblores. Como si ahora no temblara.

Estar desorientada y no saber qué trole hay que tomar para seguir... Hoy, extraño, tal vez más por la gripe en mis pulmones que sale despacito. Hay que animarse y ordenar el cuarto. Hay que atreverse a encontrarse con la mugre y sacarla.
Hoy no, mejor mañana.

Saturday, July 22, 2006

Se permite por el soporte

Teniendo en cuenta el soporte textual de estas cosas que se escriben...

Miro la pantalla... un minuto, otro, otro. Estoy esperando desgraciada y tristemente que te aparezcas... Man--- dame--- unimeil.... Escriiiii---bimeunimeil....Dice la canción. Y se pega como todo en esta ropa sucia de alcohol y palabras.
Y yo que soy tan común, tan predecible, me quedo con la canción pegada en la espalda, como un chiste estúpido, como me quedé con vos pegado en el reverso de mi pulóver, ahí bien cerca del pecho (lo dulce es asqueroso en la resaca, seamos sinceros, bien cerca de los pechos, que no es lo mismo)

Dos semanas tardó en irse tu olor de mi ropa. Y yo pensé que con eso te irías vos. Pero no.

Man--- dame--- unimeeeil... La idiota esperanza tecnificada, y allá los pueblos originarios que esperan en mi escritorio. Y vos como lo más cercano a la alegría, que te fuiste incluso antes de que te sacara en envoltorio de angustias.
Irme siempre es una posibilidad, pero cómo escaparme de mí. Entonces me resigno y me quedo, y espero, y espero, la muerte, las cosas, a vos, para variar un poco, para creer que espero algo en serio.

Pronto tus años se notarán, señora, y querido Arjona golpeador de mujeres, la verdad es que no sé cómo ponerle vida a eso. Entonces, por más que me conozcas desde el pelo, te quedaste en el camino, te perdiste y volviste a tu casa.

Quereme así piantaaa, piantaaa, piantaaa,mirando a esta tierra desde donde me dejan, y ayer me vi tan triste, vení volá sentí, el loco berretín, chupetín, maletín, cafetín....
Y aunque de chiquilina miraba desde afuera, ahora sigo con la nariz aplastada, y el vidrio lleno de vapor.

Entonces el recuerdo de un cruel espantapájaros bandido que me sorprendió dormida y me atacó, es un recuerdo dulce, de certezas y cerezas, de Cabezas... que siempre está en el recuerdo... Y Cóppola y un jarrón, y Chiche Gelblum, y Chiche Duhalde, que son un poco lo mismo.
Y saber tantas cosas que abruman, pero les juro que de Cabezas no sé nada. Y esperar esperar....

O no, cerrar todo, irme a dormir, y soñar con Riverito que en vez de cantarme el OOOOCHO, me mira el siete... ¿Qué querrá decir eso?

Frase embebida sábado 6 a.m.

Triste, lloro la agonía de una Fe que no consuela...
Sola, busco los abrazos de un ser que se impone en las tinieblas del desconcierto...

Thursday, July 06, 2006

Poema de contrabando

Qué les importa a ellos la muerte
la verdadera muerte
la que sorprende a niños mugrientos
la que acosa a viejos hambrientos
si esa parca no tiene acceso a sus barrios privados.

Qué les importa a ellos de la vida,
la verdadera vida
la que se apuesta a cada paso profundo
la que sin querer se ennoblece y es ejemplo
Para ellos la vida es otra cosa...
con números y papeles, otra cosa.

Qué les importa a ellos nuestros sueños
los que te dejan en vela, los que te quitan el apetito,
los que te empañan los ojos, los que te empeñan las manos.
Para ellos los sueños se sueñan de noche
y de día
se cuentan en el diván.

Qué sentido tiene
hablarles de poesía
de las palabras y el alma
de los versos y el hombre.
Ellos se aburrirán con altura
te aplaudirán con desgano
y por lo bajo
susurrarán que no entendieron nada.

Qué les importa a ellos la angustia,
el miedo, los desazones diarios.
Si papá puede arreglar las cosas
con su tarjeta de crédito
y ¿quién nos acredita a nosotros
para hablar,
pensar,
vivir.

Qué es la pobreza y el frío
más que una película extranjera
y el amor un lindo final.
(Madre, debo decirte que cuando dejaste de comer para alimentarme , no fue amor. Dicen ellos, sino una tontería.)

No entenderán ellos la Revolución,
el grito de libertad.
Dirán que ya se intentó y no se pudo...
mejor no hablar de ciertas cosas,
mejor aguantarse y ver qué pasa.
(nosotros y no ellos)

Qué les importa a ellos de nosotros
o más bien, qué nos importan a nosotros ellos.
Nada, o tal vez mucho.
Por eso escribimos, nos indignamos,
por eso gritamos injusticias y luchamos.

Y si son ellos los que siempre importan
y si nosotros no importamos nada
debemos insistir con el poema
aunque sea de contrabando.

Sunday, July 02, 2006

En un principio...

Si la marioneta pretende pensar, mejor que primero tome las tijeras

19 30 hs.

Sonia busca bajo su cama ese par de zapatos. Ése. El suyo, ¿de quién sino?

Sonia está lista para salir, para ordenarse, para ser vista, faltan sólo los zapatos.

Bruno en su puesto de diarios la verá pasar como siempre, entre clarines y naciones vendidas, entre páginas solidarias con el gobierno de turno, y perfiles engañosos.

Sonia recogerá sus papeles, sus muchos papeles y sin ninguna lógica los desplegará en esta mesa, que no es mesa, que no es nada.

Bruno la extrañará esa mañana lluviosa, y hasta se olvidará un poco del partido de fútbol. Ella se habrá convertido en parte de su vida. Aunque no sea algo definido.

Sonia no sonríe hoy, Bruno no piensa.

Sonia encontró los zapatos, pero perdió algo más, quizá la inocencia, la esperanza, algo de eso.
Bruno no vende lo que Sonia necesita. Y Sonia lo necesita a Bruno.

Sonia va a ser solo esos papeles y ese par de zapatos.

Bruno va a ser una canción, un ruido.

Ya casi, pero no aún.

Monday, June 19, 2006

Algo de eso

Y se fueron apagando una a una todas las luces de la casa.
Primero fue la de la cocina. Si supieran compañeros lo difícil que es cocinar a oscuras.
Luego el baño, y los cuartos.
Mi cuarto no soportó la penumbra de junio. Los vidrios mojados de lluvia y humedad. Si bien adentro no hay calor, estoy yo y es demasiado.
Ya no se puede ver nada, y la música sigue su trayecto unilineal, reproductor-aire-oído-cerebro. De esta última estación no estoy tan segura.
Canta el cantor, aunque no pueda comprenderlo.
La penumbra de afuera por ósmosis me penetra, y soy yo otra luz que se apaga.
Llorar... otra vez. ¿Ven? Todo es igual. No, ya sé que no ven. Yo tampoco veo. Quizá por eso lloro.
Ellos tienen un país, verde y lleno de vida. Ellos se lo quedaron. Y yo que los vi llevárselo, como ahora se van con mi luz, no pude hacer nada.
Gritar fue peor, y escribir, es bien difícil a oscuras.
Pero el poema sigue allí, en la cabecera de la cama, en la mesita de... ¿de qué? ¿de penumbra? en la mesa de cama.
El poema me mira inconcluso, y no me animo a abordarlo. Quiero quedarme en esta orilla sin moverme. Allá estás vos compañero, pero hoy no podré alcanzarte. Hoy tengo el miedo que ellos lograron dejarme.
El poema me mira, me invita, me exige ser escrito, y aún sólo tengo la primera estrofa y la última.
- Es suficiente- habría dicho mi madre.
Pero sé que no, que su condesendencia es amable, pero este poema no está terminado. Hay palabras allí, en el portafolio, en la carpeta gris, que escondí para no verla. Que ahora a oscuras no encuentro, pero escucho. Por eso no puedo entender al cantor. Porque las palabras se mezclan con los acordes de su guitarra, y este poema que quiere ser canción, que quiere ser, me mira desde la almohada.
Compañero, ellos se quedan con mi luz, y yo debo escribir a oscuras.
Compañero, esperáme en la otra orilla, yo iré en algún momento, cuando pueda atravesar esta nube, cuando aprenda las distancias y sin tantear paredes llegue a vos. Cuando mi oído se aguce e identifique tu voz por sobre los acordes del cantor, por entre las palabras del poema.
Cuando ordene todo este desorden y logre encender la luz, voy a cruzar corriendo este río de asfalto y me voy a parar en el mismo escalón que estás parado vos, para que gritemos juntos estas verdades.
Cuando vos existas realmente y no seas una simple necesidad de esta retórica angustiante. Cuando seas de carne y no de papel. Cuando cruce, cuando vea, cuando pueda, cuando exista... yo, vos, la luz, la verdad. Algo de eso.

Wednesday, June 14, 2006

El duelo de dejar lo que duele o dejarlo que duela

Hay algo que duele, evidentemente. Entonces las opciones.
La primera, obvia, resignarse, aguantarse estoicamente las puntadas en los riñones o en el alma y seguir silbando bajito. Respirar rápido, hasta que se pase. Porque pasa. Sana, sana. ¿Y si no pasa hoy? Pasará mañana.
Aunque a veces no soy tan valiente, a veces no soy tan paciente. Entonces me animo y dejo el dolor, renuncio a las luchas que no puedo ganar. Y eso también es difícil. Dejar el dolor, sentirse de a poco cómoda como antes. Y ya no recuerdo cómo era eso.
Animarse a ser cobarde y quedarse en casa con la estufa prendida. Porque se sabe que es solo un rato, que luego habrá que salir a mojarse con lluvias frías, sin paraguas ni techos. Y habrá más dolor, dolores nuevos y viejos. Pero este no, este ya lo habremos abandonado.
Entonces nos da un poco de lástima, casi que nos hemos acostumbrado a sentirlo, a quejarnos, a que nos duela más de noche, cuando no se escucha más que el ruido de las propias entrañas.

Hay que decidirse, por una opcion o por otra. No se puede todo en la vida.

Hoy me inclino más por la primera opción, porque la segunda la probé y aún no pasó lo que pasará mañana. Porque no puedo esperar más que me haga efecto la aspirina, porque no tengo más fuerza. Entonces dejo lo que duele, como te dejé a vos aquel otro martes lluvioso. Y si aquello o vos mismo, dejás de doler lejos mío, y si yo me entero y les creo a vos y a la falta de dolor, quizá, solo quizá me anime, atraviese el duelo y vuelva.

Saturday, June 03, 2006

La viruela solitaria


El sol hace dos días que no está. Y mis ojos están igual que las ventanillas del colectivo. Se empañan y chorrean gotas anónimas.
Cuando no se puede mirar para afuera no hay otra que mirar para adentro.
Respirá hondo Macondo.
Y aunque Mario crea que mañana saldrá el sol en la esquina de mi casa, en la puerta sigue y seguirá lloviendo.
Si solo pudiera sentarme un ratito y llorar tranquila, sin tener que correr.
O si pudiera correr contenta sin querer llorar.
Si pudiera no querer por completo, o querer exactamente lo contrario a lo que quiero, estaría bien. Porque la puta vida solo te da lo contrario, lo opuesto, lo inverso Alicia del Espejo. Eso te da. Entonces es un ejercicio de voluntad, convencerse de lo contrario. Y no hablo de mentirse. Sino verdaderamente desear lo opuesto, a tal punto que cuando la felicidad se nos aproxime tenga sabor a frustración, a fracaso.
Y ser infeliz con el triunfo, pero triunfar limpiamente. O ni siquiera triunfar, sino estar un poquito menos sola.
Entonces me esforzaré, a pesar de la falta de sol, en querer eso mismo, o mejor dicho todo lo contrario.
Querer exactamente lo que no quiero. Pura psicología inversa.
Y en el peor de los casos, cuando llegue lo que sea que el futuro nos depare, ya no sabremos bien qué era lo mejor, qué queríamos. No tendremos más opción que conformarnos. Quizá eso sea lo que hace que tanta gente olvide sus sueños. O quizá solo sea que simplemente no duermen, porque siguen corriendo.

Saturday, May 27, 2006

Según Karlos

Decidieron que tu nombre ya no sea el que tus papis te dieron. Ese no suena bien, mejor otro, que se preste mejor a diminutivos y apodos.
En el mismo memorándum te avisaron un cambio, casi imperceptible en tu fecha de cumpleaños. Para qué cumplir en febrero si es mejor cumplir en junio. Otro signo del zodíaco no le hace mal a nadie, y es más cómodo más kitch. O como se escriba.
Tu ropa, tu rostro, tu forma de hablar, pero sobre todo el contenido. Todo lo cambiaron, de a poco, y pidiéndote permiso.
Entonces esa sensación de ajenidad cuando suceden las cosas, no es improvisada, tiene su raíz en este presente exótico que te toca vivir.
Sentada en ese tren que ya no para, sólo percibirás los carteles cuando estén demasiado cerca como para leerlos o atraparlos. Los vas a dejar ir, como a todo en tu vida. Y cuando se vayan los carteles, como se van las gentes, sentirás un pequeño vacío en el asiento contiguo, pero se pasará pronto. Habrá otras cosas en qué pensar, otras decisiones que tomar.
Y cuando te bajes del vagón en la estación equivocada, seguirás cualquier rumbo, porque evidentemente ya no vas a ningún lado. Mejor seguir entonces a la masa de gente, que tampoco tiene nombre como vos, y evidentemente también carece de tiempo. Sino no correrían un día de sol como hoy.
Ellos decidieron que no disfrutes, que no cantes bajito y menos que menos que te rías.
Ellos decidieron que lo mejor sería que te tiñieras el pelo de rubio, para disimular ese azabache que contrasta con tu piel.
Ellos sugirieron que tus ahorros en el banco estarán más cuidados, para cuando decidas sacarlos a pasear por el mundo, y se queden en Londres en algún Bread and Breakfast.
En Londres hay pan y desayunos, acá... no.
Ellos decidieron que no pienses más, ya no, llevando a Jorge Drexler al absurdo. No pienses demás, no pienses de menos, no pienses y punto. Ellos piensan por vos. Y piensan que pensás demasiado, demasiado a la izquierda como para pasar desapercibida.
Ellos finalmente, con nombre nuevo y fecha de nacimiento renovada, te dan la mano, siempre la derecha.
Y vos saludás sin entender. Lo que no entendés no es quiénes son ellos o por qué te saludan, sino más bien, a quién saludan. ¿A vos? ¿A la que eras antes de ellos? ¿A la que ellos inventaron? ¿A quién?

Monday, May 15, 2006

El niño tiene sed y no hay naranjas.

Doy un pasito afuera de la cama y hace más frío de lo que pensaba. Quiero quedarme acá, para siempre. Ese siempre que son dos minutos, porque hay que levantarse, aunque no se quiera. Aunque se sepa de antemano cómo sucederá todo.

El empedrado húmedo quiere que te resbales, pero una hace malabares y no se cae, para no mojarse la ropa, para no molestar, para seguir caminando y hacer el circuito diurno rápido, lo más rápido posible, hasta volver a la cama. Para volver a dormir, y a despertarse, y a animarse al frío y a las baldosas resbaladizas y húmedas de otoño.

Nada bueno sale cuando se está tan triste, pueden salir solo lágrmitas, y a veces ni eso. A veces se llora para adentro, inundando las entrañas, tiñiendo todo de negro, vistiéndose de angustia. De adentro para afuera, como se viste la angustia.
Llorar en la cama y esperar, el tiempo que se pueda. Hacer lo cotidiano sin cuestionarse demasiado. Si pienso un poco, pienso más. Si pienso más me quedo inmóvil en esa esquina de Sucre y Crámer para siempre. Y me crecen raíces en los pies. Y el portero de la esquina se acercará a regarme. Y el agua será fría, como esta mañana, pero la necesitaré para contrarrestar la tibieza de las lágrimas que corren por dentro.

Entonces, porque nada bueno sale, mejor que salga todo, lo que sea que haya. Porque hay que limpiarse bien las orejas cuando te bañás, para escuchar mejor.
Quizá la próxima vez sea más cuidadosa y elija otro camino que me permita evadir las baldosas húmedas de mayo.

Sunday, May 14, 2006

La máquina

No recordarás nada cuando despiertes del coma. Dormiste tantos meses después del derrumbe. Toda tu casa, todo el polvillo, y ni un recuerdo.
El peso sí, eso lo sientes aún en el pecho. Pero nada más.
La máquina a la que estás conectada suena segundo tras segundo. Está bien eso, el sonido reconforta esas ruinas silenciosas, ese espacio apretado en una cama ajena.
Las frazadas son pocas pero no sientes frío. No sientes nada, solo el peso que ya pasó, y ese sonido, esa sirena varada, ese pendular constante entre una y otra orilla.
Él se quedó del otro lado, como otras veces. Pero esta vez, cuando despiertes, ya no volverás. Porque no sabrás cómo hacerlo. Y la sola idea de dejarlo para siempre esperando en esa playa te angustia y te excita. Es lo correcto.
Vos esperaste demasiado en medio del mar, es hora de volver y caminar tierra adentro. Es hora de arriesgarse y buscar otra casa. Es hora de olvidar, si eso es posible.
Uno, dos, tres.
Aquí estás de nuevo, y pronto, cuando despiertes del todo, cuando salgas de esa penumbra soñolienta, sólo ese dolor en el pecho te dará una pista de tu recorrido. Pronto cuando despiertes del todo, él allá, y vos, al lado de la máquina.

Thursday, May 04, 2006

La próxima vez...

La próxima vez que me contestes así...
La próxima vez que te vea haciendo lo mismo...
¿Terminan de algún modo estas frases? No importa mucho, ya que "la próxima vez" como sentencia tiene peso suficiente.
"¿y si lo dejamos para la próxima vez?" Me dijiste, y te creí, como me creen cuando utilizo la frase en otros contextos.
Algo en mí, sin embargo, conocía la verdad, aunque no la admitiera. Te dije que estaba bien, para no entrar en debates.
Y la próxima vez se convirtió en un pequeño proyecto, al principio. Que luego decoramos con planos azules y verdes.
Hoy los dos sabemos, porque ya no se puede ocultar más, que esa próxima vez es retórica. ¿Acaso no lo supimos siempre?
¿De qué te salva esa esperanza? ¿A qué te invita esa última oportunidad?
"Te prometo que es la última vez" ¿De qué? Dale, no te creo. Pero me callo, porque decir algo es un trabajo tan grande, que, a veces, prefiero aceptar el juego de las veces.
Como la primera vez que nos vimos, esa vez que en realidad reconstruimos luego, para narrar nuestro encuentro, para darle sentido. Sabemos que nada ocurrió tal como lo contamos, pero no sabríamos contarlo de otro modo.
Quizá todo esto tenga que ver con la infancia maravillosa plagada de hadas en un lugar de "había una vez". ¿Cuándo, Dios mío? ¿Cuándo fue esa vez?
Nunca. No, nunca no.
Siempre, sabemos que tampoco.
Alguna vez... si eso quiere decir algo.
Y si alguna vez decidís pensarme en presente, sin postergaciones ni promesas. Si alguna vez nos animamos, más yo que vos, a evitar las frases lindas. Entonces, tal vez, esa vez todo ocurra con más realidad que ahora.

Sunday, April 30, 2006

Domingo

Domingo, dormir. Todo lo que se pueda.
Domingo, esperar. ¿Qué cosa?... Igual hay tiempo.
Domingo, mirar por la ventana, aunque esté cerrada.
Domingo escuchar música, esa que no dice nada.
Domingo Faustino Sarmiento, con la espada, con la pluma y la palabra.

Saturday, April 29, 2006

Main Ideas

Las buenas intenciones que desparramaste por el suelo te hicieron tropezar cuando intentaste arrancar de nuevo la carrera que nunca deberías haber emprendido en un principio.
Conquistar una main idea puede resultar sencillo. Lo complicado es entrelazarla con las palabras que desde antes llevabas en los bolsillos, que son escasas pero tuyas.
Mirá, es simple, hablar y no decir nada, solo para saber que uno está hablando, es una necesidad comunicativa pura. Intentar decir cosas puede ser peligroso.
Sé que te arriesgarás, yo hago lo mismo, aunque los días lunes me cierren la boca. Pero de todos modos necesito advertirte lo que tantos poetas ya pensaron y dijeron.
Acabarás por comprender, como todo el mundo, que son pocos los oyentes o lectores, y que eso realmente no importa mucho, a pesar del problema ético que conlleve esta sensación. Porque lo que importa, lo que realmente importa, es enajenar esos demonios, volverlos otredades analizables, circunscriptas en palabras.
Abrir un canal que te lleve lejos de vos, nombrar lo innombrable. Dominar el silencio provocándolo por el vacío que quedará dentro tuyo cuando te liberes de esas frases que se quieren escapar.
Dejálas ir, sin presiones, y quizá hasta cambies el mundo. Solamente no lo desees con toda tu alma. Hacé lo que tengas que hacer, como se debe. Entonces, cuando mires tu vida desde afuera, cuando leas tu voz en cualquier pantalla, y te sientas vacío de esperanza, cuando hayas limpiado tu mente de todo lo que traías al empezar esta carrera, y ya no queden buenas intenciones, cuando te encuentres desnudo frente a tu verdad (todo el mundo tiene su verdad) entonces sí, vas a poder caminar sin correr ni tropezarte.
Vas a poder hablar tranquilo sin quejarte, sin pedir nada, sin palabras grandes que no proclaman novedades.
Vas a decir lo indispensable, porque te habrás deshecho de lo que sobra.
Y si te deshiciste de aquello que sí era esencial, si perdiste en el camino aquella main idea mencionada anteriormente... será una lástima.

Thursday, April 20, 2006

La necesidad del café

A veces la necesidad es imperiosa, como hoy, que incluso antes de amanecer se pronosticaba lluvia. Y la palabra pronóstico es más bien errada puesto que llovía efectivamente.
Y para el café no hubo tiempo, ni tampoco para ir caminando.
Habrá café más tarde, canta la esperanza porteña. Y muchos bolsillos se cuestionan la veracidad de esta creencia inocente.
Las palabras que se derraman en cualquier lado, y las urgencias que te atan con correas. Si no hubo tiempo para café, ¿Para qué habrá tiempo?
Habrá tiempo de sentarse en una plaza, cuando todo acabe.
Habrá tiempo de llorar, sin ninguna duda.
Habrá tiempo de mirarse, como si nunca antes... y quizá sea cierto, quizá nunca antes...
Habrá tiempo de arrepentirse por el tiempo perdido, cuando en realidad no se perdió, y eso lo sabemos ahora. El tiempo se cansó de nuestros apuros y se fue solito, sabiendo bien el camino.
Habrá tiempo, habrá tiempo.
O no lo habrá y nunca lo sabremos.
Pero mientras tanto no hay café, o sí, pero está lejos. Y la esperanza ya no te lleva a ningún lado.
Mozo un cortado, para tomar sola. Total...